69. Discrepancias

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Recogí mi daga del suelo y le sacudí la arena. Me disponía a volver a casa y a darme una ducha fría, muy fría. Me quedé plantada mirando al horizonte. Tras esa inmensa masa de agua estaba Kayen... No me había parado a pensar en lo ocurrido, pero, debía hacerlo.

Ese chico del que me enamoré había desaparecido, en esos ojos no vi a mi Kayen. Por mucho que me doliera, debía hacerme la idea de que, aun que lo recuperásemos, nadie me aseguraba que volvería a ver ese brillo en sus pupilas.

Escuché pasos, me giré lentamente y vi aparecer a Caín. Le dediqué una sonrisa y él me correspondió. Cuando llegó a mi lado me arropó ligeramente.

—¿Cómo te encuentras? ¿Te ha sentado bien el paseo?

—El paseo sí, Damon a ratos no. —Ahogó una risita y me miró detenidamente—. Estoy bien, no te preocupes por mí, poco a poco me siento mejor...

—Ha sido muy duro para todos, es momento de sanar heridas, y no hay mejor sitio para eso que este lugar. —Miró el mar—. Se respira calma y tranquilidad en todos los rincones de esta playa...

«En todos no» pensé recordando lo que minutos antes me había hecho ese puto Demonio. Suspiré dándole la razón y obviando que ahora mi mente reproducía en bucle sus labios besándome la comisura de los míos. Que asco me daba. Caín suspiró complacido con las vistas y me encaró:

—Deberíamos hablar un ratito. Hay que preparar cosas. Yo puedo cubrirte las espaldas el tiempo que me pidas, pero no puedo hacerlo si no sé cuáles son tus planes a largo plazo, a grandes rasgos. —Tomé aire profundamente y miré el mar.

—Tras este océano hay alguien que me ha hecho mucho daño, y, por lo que sé, va a querer hacer mucho más. —Caín levantó una ceja y se me quedó mirando— ¿Y si le declaro la guerra a Save?

—¿Te has vuelto loca?

—Es complicado, lo sé, pero tengo a Damon.

—Apenas has llegado a tu puesto. —Enumeró con sus dedos—. No conoces a tus hombres. No conoces las tropas y necesitas el respaldo de los nobles.

—¿Para qué quiero a los nobles? No luchan.

—Son los que pagan las guerras. Suelen tener un interés determinado ¿Qué sacan de declarar la guerra a Axel? ¿Más muertes? Vas a luchar contra el monstruo más fuerte que existe, tiene miles de Demonios a sus órdenes, no es una bruja, es el rey de un país que mide diez veces más que Eralgia.

—Ya lo sé, pero si pudiéramos aunar fuerzas con otros países, o con otras razas... Si Damon nos consigue apoyos, podríamos vencerlo.

—No tienes más ganas que yo de arrancarle la cabeza a ese hijo de puta, pero no podemos tirar por el recto para llevar a cabo nuestra venganza personal, estaríamos arrastrando a la muerte a demasiadas personas... —Hice una mueca frustrada y luego se me ocurrió:

—¿Y si solo lo hiciera con Damon?

—¿Tú te crees que con un Demonio vas a poder vencer una guerra? —Caín se cruzó de brazos.

—Es poderoso. Muy poderoso.

—Y Axel más todavía.

—Damon es el único capaz de hacerle frente a Axel. Si yo lo ayudo es posible que entre los dos consigamos vencer, sin exponer más vidas.

—¿Exponiendo la tuya? —Rodé los ojos—. No he olvidado tus ganas de ayudar a Damon a conseguir el trono de su padre. Esto es una venganza familiar. Tu vida es importante, Eirel. Eres el Guardián de Escolapio, no eres un soldado más.

—Todas las vidas deben tener el mismo valor si pretendemos ser aquellos que las salvan —espeté con orgullo.

—Una frase preciosa para un discurso, en la vida real no vale. Hay vidas más importantes que otras, Eirel. La tuya es una de ellas, asúmelo.

ERALGIA II, Los DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora