Llegamos a casa. Caín se llevó a Dun y a su caballo al establo. No había ni rastro de la nieve, la primavera había llegado con fuerza, y el calor empezaba a notarse, sin embargo, en mi interior reinaba una terrible calma hibernal, como si me hubiese congelado a mí misma el corazón para que eso doliese menos de lo que debería. Abrí la puerta y el olor de mi hogar me envolvió de nuevo. Llevaba mucho tiempo fuera de él, necesitaba volver, y al mismo tiempo, huir para siempre, pues la imagen de mi padre plantado en esas escaleras con su sonrisa me rompió por dentro. Me quedé cogida al pomo de la puerta, cerré los ojos y rebufé. No teníamos tiempo para dramas, ahora no.
Me dirigí al despacho de mi padre. Al entrar volvió a mi esa imagen de mi padre, toda la puñetera casa iba a recordarme que él se había ido, pero eso no debía ser mi freno, debía ser mi acelerador, debía devolverle a ese cabrón todo el daño que me había causado. Cogí el libro de las campañas contra Axel y lo llevé a la biblioteca. Lo puse sobre la mesa, saqué las fichas para el mapa de la pared y saqué el mapa que podía revelar parte de las estrategias. Cuando Caín llegó me sonrió orgulloso.
─Vaya, veo que te me has adelantado ─me sonrió de nuevo y tomó asiento a mi lado. Sacó una enorme bolsa de cuero y empezó a poner papeles sobre la mesa ─Todo esto son documentos que deberías revisar para llevar a cabo una contienda de ese tipo. Para tu suerte, siempre tengo el trabajo adelantado y en realidad, con mirarte estos es suficiente ─sacó un fardo de papeles y me los tendió─ Necesitan tu firma, son autorizaciones y permisos de soldados, pero no soldados normales, son capitanes, generales, y compañía, altos mandos por decirlo de algún modo ─asentí. Me quedé mirando todo lo que había sobre la mesa y rebufé. Todos esos papeles eran personas...
─¿Qué estamos haciendo...? ─Caín levantó una ceja algo confuso─ Estamos cambiando vidas inocentes por una hipotética victoria... Si esto no sale bien van a morir miles de personas, gente con su propia historia, con sus vidas, sus sueños... Gente a la que no le importa en absoluto mi madre, ni yo, no es su guerra. No van a luchar por su país, ni por defenderlo de nada, Axel no ha amenazado Eralgia en ningún momento ─Caín negó y me cogió la mano.
─No te tires atrás ahora, Guardián. Esos hombres luchan por ti, porque creen que tu causa es justa. Axel puede no haber amenazado Eralgia directamente, pero mató a su Guardián, un hombre al que miles debían lealtad, créeme, no eres la única que quiere venganza por eso. Axel es una amenaza constante, Ketsyä era una marioneta a sus manos, todo el mundo lo sabe. No te preocupes por esos hombres, el que no quiera luchar es libre de irse a su casa, lo saben de sobras ─me levantó el mentón y me sonrió─ Eres un buen Guardián, Eirel. Que la gente muera en una guerra no es culpa tuya, ni de nadie ¿Vale? Hay daños colaterales que son necesarios para un bien mayor, algún día lo comprenderás ─asentí ligeramente.
Pasé más de diez horas seguidas revisando papeles con Caín, sin comer, beber o dormir. No teníamos tiempo de nada, necesitábamos estar preparados para poder ofrecer un buen plan a los generales cuando viniesen por la mañana. Pasadas las cinco de la mañana Caín bostezó agotado. Teníamos algo bastante bueno, pero necesitábamos la aprobación de los generales y la ayuda de los brujos. Miré a mi general y le acaricié el dorso de la mano.
─Deberíamos descansar, vamos a relajarnos un poco, necesito levantarme de esta silla, pasear y tumbarme en mi cama un ratito. Con lo que tenemos es suficiente, Caín. Ve a descansar un poco ─asintió ligeramente y se levantó quejándose un poco de las articulaciones.
─Casi cuarenta años de guerra han pasado factura a este anciano... ─sonreí y negué mientras él abandonaba la habitación.
Recogí ligeramente el papeleo, lo ordené y lo dejé todo dispuesto para la reunión con los generales. Cogí un mapa de Save que teníamos sobre la mesa y lo colgué en la ventana con un poco de pasta adhesiva. Giré mi silla y me recliné sobre ella para ver bien ese enorme país. Tenía una geografía particular. Estaba compuesto de dos enormes desiertos, uno al sur y otro al norte. Eran prácticamente inhabitables, con temperaturas infernales de día y todavía más insoportables de noche. Para mi sorpresa la fortaleza de Axel se encontraba cerca de uno de esos desiertos, al norte. El tamaño de ese edificio era igual que el de la ciudad de Törgs, eso era un monstruo, un laberinto según Caín, pero teníamos a Damon. La capital de Save, Regüina, se encontraba a escasos kilómetros de esa fortaleza, era una megalópolis que quintuplicaba el tamaño de nuestra capital.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasySEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...