66. El mar en calma

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Seguí a Arys. Al entrar en la casa me vino a la mente la mía, era blanca, en las paredes había una gran cantidad de cuadros de aves marinas, marismas, peces... Todo relacionado con el agua y el mar.

Mi amiga empezó a subir las escaleras poco a poco hasta llegar al segundo piso. Había varias puertas. Abrió la segunda a su izquierda y me sonrió. Pasamos dentro. Era acogedora. Tenía una bonita cama con un cabezal forjado. Un pequeño tocador, una butaquita y un armario enorme, era la habitación perfecta para mí. No necesitaba nada más.

—Es una habitación preciosa —afirmé en una sonrisa.

Arys me copió el gesto, sacudió ligeramente el pie de cama azul. Se sentó sobre él apoyándose al metal forjado del cabecero inferior. Yo la revisé con la mirada, estaba levemente ojerosa, entonces le recomendé:

—Deberías descansar un poco, tumbarte si es necesario. Pareces agotada y no hace falta que estés paseando por la casa, si necesitas algo nos lo pides a nosotros. —Arys negó.

—No estoy invalida —gruñó—. Solo es un mal rato, se me pasará pronto. No te preocupes por mí, ahora iré a acostarme un par de horas y para la cena estaré como nueva. —Palmeó la cama para que me sentase a su lado— ¿Cómo estás tú? Pareces algo cansada también.

—Estoy bien, supongo que el viaje no ha sido un camino de flores, pero, solo estoy mal puesta. Gracias por ofrecer esta casa, puede que sí que fuera necesario tomar distancias con la mía ¿Dónde está Líomar? —Arys hizo una mueca graciosa y señaló el mar con el mentón.

—Mi querido futuro marido se ha asegurado de dejarme entretenida y se ha ido a hablar con los peces.

—Oh, sus queridas sardinas —bromeé. Ella mató media sonrisa tierna.

—Él adora estar aquí, tener el mar tan cerca lo recarga de energía, y a mí también, solo que, nuestro mini Protector del Agua parece que está impaciente por ir con su padre, y está mareándome bastante, ¿Verdad? —Se acarició la barriga—. Vas a ser un tozudo como él, estoy segura...

—Va a ser la criatura más afortunada del mundo por teneros a ambos de padres —dije acariciando su mano sobre su vientre—. Seguro que Edward tiene algún tipo de remedio para el mareo, si quieres se lo pregunto.

—Arbenet se encarga de ello, tranquila. Ella sabe mucho de medicina y plantas y ya está recolectando lo que necesita para prepararme uno de esos caldos de calcetín usado para evitar el mareo. Ya que no cuida de su niña, cuida de mí. —Levanté una ceja.

—Eso ha sonado a puya —musité.

—Lo era.

Me froté las sienes. Mi amiga se giró levemente, encarándome. Esperaba reprimenda, sabía que la tendría en algún momento. Arys suspiró y empezó su charla:

—Arbenet no deja de hablar conmigo sobre ti, sobre lo mucho que la preocupa que pierdas quién eres realmente. —Puse los ojos en blanco—. Es como si quisieras romper ese precioso vinculo que tenéis...

—No quiero romper nuestro vinculo, quiero que me deje crecer. No soy una niña, ya no... Teme que estar cerca de Damon me consuma, que me voy a volver un ser oscuro —bromeé—. Arbenet no tiene nada que temer, sigo siendo Eirel, pero más adulta, vuelo sola a ratos —dije con una sonrisa hacia mi amiga.

—¿Y estar cerca de Damon no va a consumirte en algún momento? —preguntó ella. Yo hice una mueca, confundida—. Es un Demonio. Ten cuidado.

—Es un imbécil, pero jamás me hará daño. Eso es lo único que tengo claro.

—No me preocupa que te haga daño físico, Eirel —sentenció ella—. Yo hablaré con Arbenet sobre esto.

—Gracias —susurré bajando la vista.

ERALGIA II, Los DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora