108. Paradojas

459 70 9
                                    

No había sido consciente del valor que tenía Eathan o yo para ella, de que la íbamos a dejar huérfana de nuevo, la íbamos a destrozar, y no se merecía eso... Se formó un nudo en mi garganta, de esos que duelen, que te desgarran pero que evitan que llores, me mordí los labios y rebufé. Eathan se dio cuenta de mis tormentos y puso su mano en mi hombro.

─Oye, Guardián, quítate la coraza conmigo, estamos solos, no te aguantes las ganas de llorar ahora, no vale la pena ─levanté mis ojos hacia él, empañados en lágrimas y negué. Apenas podía articular palabra, pero no podía dejar que eso me derrumbase, y menos la noche antes de irme. Me abrazó por la espalda y puso su mentón en mi hombro. Nos balanceamos ligeramente. Me aferré a sus manos─ Todo va a salir bien, Eirel, confía en ti misma, confía en tus hombres. Vamos a vencer, haremos realidad tu plan, protegeremos Eralgia, y le daremos un aliado tan fuerte que jamás nadie osará atacarla de nuevo, todo irá bien... ─me besó en la mejilla, con toda su ternura─ Pero si necesitas desatarte esos nudos que tanto aprietan, hazlo, estoy contigo...Siempre.

Ahogué un grito, y empecé a llorar desconsoladamente, como si me hubiesen arrebatado el alma. Me giré y me perdí en el pecho de mi mejor amigo, dejando que mis lágrimas empapasen su camisa, necesitaba llorar, estaba al borde del colapso, estaba al borde de un ataque de pánico. Eathan me arropó contra su cuerpo con ternura, y me acarició el pelo y la espalda varias veces. Dejándome llorar en silencio, hasta que sentí que su cuerpo se tensaba de golpe. Me separé ligeramente y vi a Damon, junto a Edward y Yarel. Me recompuse rápidamente, secándome las lágrimas, no quería que me viesen así de débil, e indefensa. Edward me sonrió, sabía que él comprendía mejor que nadie mi dolor...

Damon se nos acercó y me arrancó de los brazos de Eathan para meterme entre los suyos. Me abrazó con fuerza, pero no lo necesitaba, no necesitaba otro abrazo, ni con tanta fuerza, ya había llorado en los brazos de mi mejor amigo, no necesitaba otros, ni siquiera los suyos. Me aparté de él ligeramente y me retiró un par de lágrimas del rostro. Nos quedamos mirando a los ojos y me sonrió, y con eso me relajé un poco. Me besó en la frente y nos quedamos así por un segundo. Cerré mis ojos y dejé de lado al mundo... al abrirlos vi el rostro de Eathan y de Edward, y ambos parecían haber visto la muerte frente a sus ojos. Damon carraspeó.

─Id tirando dentro, nosotros venimos en seguida, tengo que comentarle algo del plan a Eirel... ─se fueron a regañadientes y nos quedamos a solas─ ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Quieres irte a casa a descansar? ─negué y suspiró.

─Esta es la casa en la que quiero estar ahora, con mis amigos, cenando con ellos, olvidándome de que mañana vuelvo al infierno... ─asintió y sonrió. Nos quedamos mirando a los ojos y me acarició el rostro─ No era necesario que me arrancases de los brazos de Eathan de esa manera, es mi mejor amigo, también le necesito a veces. Eso ha sido un pavoneo innecesario ─sonrió de medio lado y se fue en dirección a la puerta.

─Lo tendré en cuenta la próxima vez, a lo mejor le beso a él, para que veas que ni me he fijado en que era Eathan, y que solamente quería que sintieras que estaba contigo ─su voz sonaba seca, le había dolido el comentario, pero a mí la forma de abrazarme me había parecido demasiado posesiva─ No soy un crío, Eirel. Somos dos adultos, no necesito pavonearme de nada ─abrió la puerta y antes de que se escabullera le cogí la mano y tiré de él.

─No te molestes, por favor... Lo último que quiero es ver en tu rostro esa mirada ─le acaricié el rostro y le di un beso fugaz─ Gracias por estar ahí, sabes que sin ti esto me costaría mil veces más, no quiero malas caras ahora, solo quiero ser feliz por última vez, y empaparme de ello... ─asintió y sonrió.

Me giré y encontré los ojos de Edward encima de nosotros. Se nos quedó mirando con cara de estupefacción y se fue a la cocina de golpe. Damon puso sus ojos en blanco y negó un par de veces. Me señaló con la cabeza que me fuese con mi amigo. Sonrió y me dejó pasar primero. Abrí la puerta de la cocina y encontré a Arys y a Edward, ambos mirándome como si ya lo supieran todo... Chismosos.... Mi amiga se me abalanzó y tiró de mi hasta la encimera.

─Eso tú no me lo habías contado, bonita ─ambos pusieron sus brazos en jarra y rebufé. Puse mis ojos en blanco─ ¿Hay algo que debamos saber entre tú y el señor demonio? ─sonreí y negué.

─Sois unos cotillas... ─suspiré y sonreí instintivamente, asentí ligeramente y ambos se sonrieron─ Hemos... Intimado... ─Edward abrió sus ojos como platos.

─¡¿Te lo has tirado?! ─le miré algo desfasada─ Dios, que rápido ha sido eso, creía que por lo menos tardaríais como un año más, me has sorprendido ─levanté una ceja─ Para bien, cariño, para bien, pero tras lo ocurrido, durante tu cautiverio, no creía que te rehicieras tan rápido... Pero me alegro muchísimo, de verdad ¿Cómo fue? ─hice una mueca.

─No creo que sea momento de hablar de algo así la noche antes de irnos a un campo de batalla, la verdad, es algo que ha pasado y ya, no sé ─Arys negó repetidamente.

─No, necesitamos sentirnos personas normales por un rato, por todos los dioses, Eirel. Te has liberado, te has soltado el pelo y has pensado en ti misma por una vez, eso es buenísimo, sabes de sobra que estoy a favor de esto, olvídate de la guerra por hoy, se nuestra amiga, cuéntanos lo que quieras, vamos a reírnos un poco, a soltar tensiones, a disfrutar de lo bueno que tiene la vida, y sí, queremos detalles, porque por una vez que te pasa algo bueno, queremos saber cómo fue y punto ─sonreí a mi amiga y suspiré.

─Fue increíble, tenía miedo, porque, por un segundo estuve al borde de un ataque de pánico, pero... Damon se portó muy bien conmigo ─me encogí de hombros y suspiré con una sonrisa tonta en mi boca─ Y me sentí bien, liberada, olvidé el mundo y las penas, y no pensé en nada... ─Edward me sonrió y cogió mi mano.

─Y él también lo necesitaba, hacía tanto tiempo que no le veía esa sonrisa en el rostro... Tan bonita, tan suya... ─Edward perdió su mirada a la nada y suspiró. Me miró y me abrazó─ Tened más cuidado que nunca por favor, él es mucho más que un amigo para mí, y tú también... ─asentí y nos separamos ligeramente. Sonrió con picardía─ ¿Y qué tal de medidas? ¿Bien? ─negué y me ruboricé─ Uy, ahora se conmociona...

─¡Edward! Vale ya... No me preguntes por tantos detalles, fue genial, y no dudaré en repetirlo, créeme, pero, cuando todo esto termine. Ni siquiera entiendo porque lo hice, pero fue lo que necesitaba en ese momento, y no me arrepiento de nada ─Arys me sonrió.

─Lo hiciste porque puedes hacerlo, y porque te dio la gana, no debes busca un motivo a todo. Tienes derecho a hacer el amor con quien quieras, a propósito, esta noche no me busquéis, tengo un trabajo importante ─levantó una ceja y Líomar abrió la puerta de golpe─ Anda, no puedes hablar mal de nadie... ─se sonrieron.

─¿Todo bien por aquí? ─los tres asentimos de golpe y levantó una ceja─ Deberíamos comer ya, y descansar en la medida de lo posible, id viniendo, os estamos esperando ─nos miró de nuevo─ ¿Seguro que va todo bien? ─asentimos los tres repetidamente y sonreímos.

Cenamos juntos, Arbenet no dejaba de sacar temas de conversación para aligerar la tensión. Hablábamos de tonterías varias, esquivando a toda costa la guerra, la batalla, la espada que teníamos todos pegada al cuello... Anna empezó una guerra de migas de pan que terminó con una batalla campal de todos contra todos, con cosquillas, miradas cómplices y abrazos. Reí como si mañana se terminase el mundo, porque podía ser así, pero mi vida se basaba en eso, en vivir los momentos felices al borde del precipicio, en disfrutarlos como si fueran el ultimo, sin temer nada, sin pensarlo, había aprendido a hacerlo, y esa era mi vida en ese momento...

Tenía reunidos en una misma mesa a la mayoría de las personas a las que más quería del mundo, y estaba feliz por ello. No sabía el tiempo que iba a durar eso, si podría repetirlo del mismo modo, y por eso lo vivía tanto, porque esos momentos eran como el agua de un río, podías zambullirte en ellos, pero jamás serían los mismos. Abracé a Líomar con fuerza, besé a Arbenet con todo mi corazón. Jugué con Anna y le di mi mejor sonrisa, arropé a Arys con cariño, a Yarel, a Edward. Abracé a Eathan empapándome de su aroma, y me fundí en miradas cómplices con Damon...

Vivir de momentos felices, de eso se trata la vida. De usarlos como combustible, como aliento para seguir en esos momentos en los que te falta el aire. Me sentí afortunada, de poder estar una vez más en ese punto, en el que la felicidad te encuentra cuando menos te la esperas, y cuando más la necesitas. El mundo, y sus bonitas paradojas... 

ERALGIA II, Los DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora