El paseo de vuelta fue reconfortante. La nieve amontonada en las cunetas del camino, y las flores pisadas por el trafico de esa avenida, y aun así, no perdía belleza el paisaje. Las ultimas motas de luz iban colándose entre las ramas de los árboles que guardaban los costados.
Crucé la plaza a paso ligero, esquivando gente y huyendo de los que me encontraba dispuestos a hablar conmigo. Me embutí en palacio como un conejo se hunde en su madriguera, buscando paz y sosiego.
Me fui correteando hasta la habitación del Guardián, la de mis padres, y me escabullí en su interior. Cerré la puerta de golpe y me quedé por unos segundos con la frente apoyada en ella cuando de detrás de mí escuché:
—Supongo que los ácaros de ese Panteón tenían mil cosas que contarte con el rato que te has demorado —dijo Líomar con una risita.
—El acaro en cuestión es tremendamente entretenido cuando se lo propone —aclaró Edward—. ¿Todo bien con Damon? —preguntó jovial.
Me giré a regañadientes, mirándolos a todos. Yarel sentado con el brujo en su regazo, Arys y Líomar sobre mi cama. Eathan en el sillón que tenía junto a la ventana, con Anna sentada sobre sus piernas.
La pequeña se tiró de los brazos de mi amigo y se acercó corriendo hacia mí. Se me tiró encima y la cogí, apretándola contra mi pecho y colmándola de besos.
—¡Mi ratoncita! Mi amor... ¿Has estado bien? —Afirmó repetidamente. Dejé un beso largo sobre su sien, oliendo las violetas de su cabello.
Sobre la mesa, comida caliente esperándome. Una cena ligera, picoteo variado. Dejé caer mis hombros y me acerqué a mis amigos. La niña se tiró de mis brazos y se abrazó a Líomar por la espalda.
—No os esperaba aquí —afirmé—. Esperaba encontraros enterrando viejos del Concejo —bromeé. Eathan se puso a reír disimulando—. Se que idea tuya, idiota —lo reprendí.
—Fue idea de todos. No me cargues el muerto, literalmente —Líomar se giró para mirarlo, jugueteando con Anna.
—"Deberíamos cargarnos los viejos, así no habría nadie que se opusiera a Eirel" palabras textuales, chaval —apuntó el mayor de ellos.
—Voy a negarlo todo —replicó Eathan con una risita.
—Os adoro... —dije dejándome caer en una silla al lado del rey y el Brujo—. Gracias por vuestra ayuda, pese a ser un pelín radical, ha sido efectiva.
Arys mató una sonrisa. Se levantó de la cama y se acercó, sentándose en la mesa, en otra silla. Tomó una nuez y una uva y se las llevó a la boca. Me miró con bribonería.
—¿Qué tal tu cuñado? —preguntó enarcando una ceja.
—Imbécil, como siempre —respondí.
Eathan se plantó detrás de mí, me apretó por los hombros masajeándome. Ronroneé como un gato ante ese contacto tierno de sus manos. Gemí al sentir que me desanudaba algunos núcleos de nervios de la espalda. Dejé caer atrás la cabeza, sobre su abdomen y lo miré desde abajo.
—Anarquista... —murmuré. Él bajó su rostro hasta posarlo contra mi oído y susurró:
—Aprendo de la mejor... —Se incorporó y miró al resto— ¿Cenamos?
Nos reunimos todos alrededor de esa mesa. No había comido nada en horas y horas y mi estomago rugía por lo bajini. Eathan se sentó a mi lado y antes de que pudiera siquiera decir qué comer dejó pedacitos de queso en mi plato y algo de embutido, todo aquello que para mí eran delicias y me encantaban él lo había seleccionado con esmero. Lo agradecí con una sonrisa.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasySEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...