Damon dio un golpe sobre la mesa y se frotó los ojos. Estaba buscando el antídoto para mi madre y para Arys, llevaba así días, y cada vez, algo se le torcía. Mi madre seguía inconsciente, Arys por su lado no podía moverse, pero estaba despierta durante algunas horas. Levanté mis ojos del papel y nos quedamos mirando, negó repetidamente y estiró sus músculos. Suspiré agotada, estaba hecha caldo... Y me quedaban solo tres malditos días para perfilar ese plan. Me levanté y me acerqué al frustrado científico que tenía delante. Apoyé mi barbilla en medio de su espalda y luego mi frente, me abracé con fuerza a su torso y nos balanceamos un segundo.
─Puedes hacerlo, no te ofusques, eres un maldito genio para eso, yo no sabría hacerte ni una masa de galletas y tú estás trabajando con medidas que ni se ven, es normal que cueste tanto ─negó de nuevo y se giró. Se apoyó a la mesa y se frotó los ojos─ Creo que deberíamos tomar el aire, ambos, descansar y desconectar ─negó de nuevo.
─No puedo, no hasta que no haya encontrado al menos el hilo del que tirar, una vez tenga eso... Va a ser cuestión de horas encontrar el antídoto, pero... ─golpeó de nuevo la mesa y me sobresalte puse mi mano en mi pecho y nos quedamos mirando. Al golpear la mesa rompió un vaso de cristal y sangró. Levantó la mano a la altura de sus ojos y me miró de nuevo─ ¿Y si creo un antídoto con tu sangre? ─levanté una ceja y me quedé mirándole como si me hubiese propuesto un asesinato.
─¿Estás delirando o qué? ¿Cómo vas a utilizar mi sangre para curar a mi madre? No soy un demonio ─negó repetidamente y sacó un bisturí de la nada. Me cogió la mano y me hizo un corte en el dedo, ahogué un grito. Hizo caer algunas gotas sobre un pequeño tubo y me soltó de golpe. Chupé mi dedo y me tendió un trozo de tela─ ¿Dónde quedó lo del pinchacito?
─Si te dejases más de una vez te hubiese clavado un buen pinchazo, en mi cama, que está a menos de veinte metros ─me miró con picardía. Solté una carcajada y negué─ Había que intentarse... ─sonreímos. Cogió una muestra de sangre de mi madre y dejó caer sobre ella un par de gotas de la mía. No pasó nada aparentemente. Cuando de repente una lucecita, como una chispita apareció en el frasco─ Lo tengo... ─se giró de golpe y me cogió con ambas manos el rostro. Empezó a reír, y por un segundo estuve tentada de plantarle un beso─ ¡Lo tengo! ¡Joder, era eso! Puedes hacer lo mismo con tu sangre que yo, porque lo mismo que te hace prácticamente indestructible a ti, puede hacer indestructibles a otros; el veneno no te afectó, porque eres resistente a él ─sonrió como un niño, y por primera vez en mucho tiempo, vi una chispa de ilusión en sus ojos, un brillo único y especial─ Voy a tener que sacarte más sangre, y aislaré las partículas de magia, de ese modo, puede que mejore el rendimiento ─asentí. Me señaló la silla de nuevo y me senté. Sacó su kit de enfermero y me ató el brazo para poder sacarme mayor cantidad de sangre.
─Me das un miedo con esa aguja de cara a mi brazo que estoy por darte un rodillazo en ese sitio que tú sabes... ─se puso a reír─ Vale, vale, no te rías, ahora no es momento para que tiemble el pulso, tengo un poco de fobia a las agujas, y me estoy poniendo muy nerviosa, así que termina rápido porque puede que me dé un paro cardiaco en menos de diez segundos─ apoyó sus manos en los reposabrazos de la silla y me miró a los ojos.
─Tranquila, se hacer la reanimación boca a boca ─negué con una sonrisa tonta, ese idiota... ─ Uy, no ha habido frase tajante ¿Eso es que me das permiso? ─acerqué mi rodilla a sus partes nobles y vi cómo se incomodaba.
─Pruébalo, a ver qué tal se va a la guerra castrado ─me sacó la cuerda del brazo y apartó de mi más de cinco frascos con sangre─ ¿E-esto es mi sangre? ¿Cómo lo has hecho?
─Como a los niños pequeños, distrayéndote ─se acercó a mí y me susurró en el oído─ Y, para tu información, no me hacen falta mis partes bajas para hacerte perder la cabeza entre las sabanas de mi cama, Guardián ─se puso a trabajar con la sangre y yo me quedé por un segundo mordiéndome los labios y mirándole de arriba abajo, rebufé y me sacudí la cabeza.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasíaSEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...