25.

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«He aquí por qué creo que ése castigo es injusto. Además, me parece que nadie sabe cuán irrazonable y cuán pernicioso es para la república que el ladrón y el homicida o asesino reciban igual castigo. Si el ladrón sabe esto, se sentirá fuertemente incitado, y aún constreñido, a dar muerte al que solo hubiera despojado. Pues, una vez hecho el crimen, tendrá menos miedo de que sea descubierto ya que el muerto no podrá acusarle. Y así, está crueldad no infunde miedo a los ladrones, sino que los mueve a matar.»

— Utopía; Tomás Moro.

— Utopía; Tomás Moro

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× Flashback. Hoseok a los 12 años. ×

H O S E O K.


Peiné mis cabellos negros mientras mi sonrisa de hacia más grande al escuchar como me cantaban el «Feliz cumpleaños». Frente a mi había un pastel de chocolate con fresas, sin duda mi favorito. Mi mamá lo sabía.

Estaban mis padres y mi hermana menor, aplaudiendo mientras soplaba las velas. Tres chicos con los que me había hecho muy amigo en el primer año de preparatoria, golpeaban mi espalda en señal de felicitación. Namjoon, Seokjin y Yoongi. Sonreí conmovido. Era la primera vez que venían amigos a mi casa para mí cumpleaños. O en general.

No me gustaba invitar a nadie a casa, ya que no vivía en una zona... Buena, y a veces las madres de mis amigos se negaban ante eso. Además, que a veces temía que la gente se burlara de mi familia. No éramos pobres, pero tampoco éramos adinerados. Éramos de una clase media y aunque a los seis años aquello no me importaba, hoy por día sí.

Pero Namjoon, Seokjin y Yoongi no eran para nada como los otros idiotas de la preparatoria. Los cuatro nos habíamos hecho muy buenos amigos. Aparte, que Namjoon y Yoongi ya se conocían desde la infancia. Y Seokjin y yo fuimos aceptados demasiado rápido por ambos. Me gustaba pasar tiempo con ellos, me gustaba demasiado. No entendía como, pero se habían convertido en buenos amigos.

Los cuatro nos sentamos en la pequeña mesa para comer el pastel mientras reíamos de algún chiste que había hecho Namjoon, aunque lo que más nos dió gracia fue la risa exagerada de Seokjin. Y es que mi amigo tenía una risa que contagiaba demasiado y te hacía reír con él.

Los cuatro salimos al patio trasero para estar un rato a solas y poder hablar tranquilos. Namjoon empezó a amagarse en la amaca paraguaya y Seokjin se sentó a su lado, a duras penas, ya que apenas entraban juntos pero aún así reían al verse tan apretados, como si fueran dos jamones. Sonreí. Eran tan obvios. Al menos Seokjin lo era... Se notaba a kilómetros que Namjoon le gustaba.

Me senté en el pasto mientras hablaba con ellos de algunas cosas de nuestro curso. Aunque, a lo lejos podía ver a Yoongi lanzando piedras a un árbol. Fruncí un poco el ceño y aproveché que Namjoon y Seokjin no me prestaban atención para dirigirme a Yoongi.

Fifty Shades » BangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora