11.

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Y O O N G I.

Lo destrozaría. Le rompería cada uno de sus huesos. Le sacaría la piel y lo colgaría, viendo como su estómago abierto gotea su sucia sangre. Le sacaría los brazos y las piernas, viendo como se desangra lentamente y muere frente a mis ojos.

Aparte que, antes de morir, le arrancaría el pene y se lo haría tragar ahí mismo.

Mis pensamientos quedan nulos cuando siento una mano tomar la mía. Bajo mi mirada hacia ella y luego vuelvo a alzar la vista para encontrar que el dueño de esa mano es Jungkook.

—Voy a suponer que lo que le dijiste a Jimin es porque estabas enojado. No por otra cosa.—Susurra, haciendo que solo yo lo escuche.

Estúpido. Eres un estúpido, Jungkook.

—¿Qué importa lo que le dije a Jimin?—Espeté, deteniéndome y sacando mi mano de la suya.— Mi hermana fue abusada por mi propio padre y tú... ¿te pones a pensar en las palabras que le dije a Minnie?

—¿M-Minnie?—Preguntó tartamudeando.

Solté una carcajada. Oh, Dios. Este chico era realmente idiota.

—¿Fue todo lo que escuchaste, Jungkook?—Pregunte. Mi voz había salido más seca de lo normal.— ¿No te importa nadie más que tú mismo?

—¡N-no...!

—Déjalo.

—Yoongi...

—Que lo dejes, Jungkook.—Dije, interrumpiendolo.— Tengo mejores cosas que hacer en vez de tener una discusión contigo donde siempre me hagas quedar como el maldito culpable. Lo siento, pero mi hermana es mucho más importante.

Sin dejar que contestará, empecé a caminar rápidamente dejándolo atrás. Sentí pasos y cuando giré un poco para ver de reojo, ví a Namjoon siguiéndome en silencio. Me di cuenta que no había rastro ni de Jimin. Hoseok ya había alcanzado a Jungkook. Fruncí un poco el ceño al no ver al chico de cabellos naranjas pero aún así continúe caminando hasta llegar a la casa de Seokjin.

Era de una sola planta pero bastante grande. Conocía muy bien su casa. A decir verdad, conocía las casas de todos.

Toqué timbre una vez llegué a la puerta y luego de unos pocos minutos, abrió Taehyung. Se hizo a un lado para dejarnos pasar y sin dudarlo, entré.

—Sala.—Dijo Taehyung antes de que yo preguntara. Le asentí agradecido y me dispuse a caminar por aquel lugar que conocía tan bien como si fuera mi propia casa.

En el sofá, se encontraba Yoonji. Llevaba unos jeans y una camiseta, aparte... me di cuenta que aún tenía la chaqueta de Jimin. Algo se removió dentro de mi. Me acerqué a ella para sentarme a su lado y sin detenerse, fue a parar a mi pecho. La rodeé con mis brazos mientras acariciaba su espalda y la mecía lentamente.

—No quiero volver ahí, Yoon.—Dijo suavemente, sabía que estaba dando todo de si para no quebrarse nuevamente.

—Y no volverás.—Le afirmé.

—Pueden quedarse en mi casa.—Dijo Namjoon.

—No quiero ser una molestia.—Empezó a decir Yoonji pero Namjoon la interrumpió.

—Ninguna molestia. Eres como nuestra hermana.—Dijo él y yo en mi mente me dije que tendría que agradecerselo luego.

Yoonji asintió y volvió a abrazarme, me acomodé mejor en el sofá y empecé a acariciarle el cabello negro. Los chicos rápidamente buscaron otra cosa que hacer mientras yo me dedicaba a consolar a mi hermana. Podía sentir la mirada de Jungkook en mi pero lo ignoraba por completo.

Fifty Shades » BangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora