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T A E H Y U N G.


—Tae...—Una mano movió mi hombro y brazo, despertándome por completo. 

Pestañeé varias veces antes de adaptar mis ojos a la oscuridad, encontrando una pequeña figura cerca de mí. Me acomodé mejor en la cama mientras me sentaba. 

—¿Jimin?

Observé como asentía, me costó reconocerle ya que estaba bastante oscuro. Alumbró la habitación con la linterna de su celular y fue a buscar mis zapatillas para luego pasármelas. 

—Pontelas. 

—¿Qué? ¿Por qué?—No pude evitar interrogar pero aún así le hice caso, empezando a colocarme las zapatillas. No sabía bien qué hora era, pero sabía que era bastante tarde. 

—Vamos... Tenemos que irnos antes de que Yoongi se despierte.—Respondió mientras tomaba una chaqueta y me la tiraba, me la coloqué lo más rápido que pude mientras me levantaba de la cama.

—Jimin, ¿qué pasa?

—Luego te respondo eso. ¿O acaso quieres quedarte aquí...? Porque si es así, dímelo ahora... no me hagas perder el tiempo. 

Fruncí el ceño. Él nunca me había hablado de ésa manera pero aún así bajé los hombros, dándole a entender que no entendía pero asentí, señalando la puerta. 

Observé como soltó un suspiro y abrió la puerta, mirando para ambos lados antes de caminar por el pasillo. Estaba todo tan oscuro y solo la pequeña linterna de Jimin nos guiaba en el camino. Se detuvo unos segundos antes de volver a caminar, pero miraba para todos lados, como queriendo captar algún sonido. 

No entendía qué pasaba por su cabeza y es que la verdad siempre fue difícil leer a Jimin; nunca se sabía qué quería hacer. Un día podía sonreír, ser la persona más bondadosa que existía... pero aquello cambiaba al instante, y se volvía alguien que trataba mal a todos y no le importaba lo más mínimo lo que pensabas de él. 

Aquel comportamiento empezó después de la muerte de Jihyun. 

Y yo lo sabía muy bien, porque había crecido con Jimin. Yo lo vi cambiar, vi como lentamente en el fondo del mal, donde se enamoró de Yoongi. Yo vi como sus sonrisas pasaban a llantos, vi como sus sueños se volvieron pesadillas, vi lo que el amor puede causar en una persona que no está preparada para sentir tanto. 

Y temí, temí por él, por su estabilidad emocional, temí porque mi mejor amigo—hermano—no volviera a ser el mismo. 

Y más temí cuando entendí el sentimiento de aquello que llamaban amor. Porque experimenté todo lo que Jimin había pasado con Yoongi; porque yo también fui arrastrado al mal cuando me enamoré de Jung Hoseok. 

Y supe que había dejado entrar a uno de los tantos diablos a mí casa; porque fue por eso que mi padre cambió por completo. Mi papá era de las personas más amorosas y cariñosas; siempre me escuchaba, me sentía comprendido con él. Así que, creí... realmente creí, que cuando caí enamorado de una persona, sea de quién sea, él lo entendería. Pero estuve tan equivocado. 

Por un momento creí que alguien había cambiado a mi padre, porque nunca me había faltado el respeto ni pegado. Pero la primera vez que hizo ambas, entendí que nadie lo había cambiado. Él siempre fue así. Y las verdadera personalidad de las personas sale cuando se sienten en peligro y creen que deben hacer algo. Mi papá siempre creyó que nos tenía en control—a mi hermana y a mí—así que no esperó nunca que yo fuera aquella gota que rebalsara el vaso. Y en ése momento, en su primer golpe... dejé de culpar a mi mamá por habernos abandonado. Y empecé a culparlo a él, por no controlar su personalidad violenta. Y lo odié, lo odié con toda mi alma. 

—Por aquí.—Jimin me sacó de mis pensamientos, haciendo regresar a la realidad dentro de ése pasillo oscuro. Su pequeña mano rodeaba mi muñeca mientras tiraba de mí para que lo siguiera. 

Jimin me guió hacía una puerta blanca, me soltó para tomar las llaves y empezar a poner una por una hasta que diera la indicada. En el quinto intento, la puerta logró abrirse así que sin detenerse un segundo, Jimin la empujó y yo sentí alivio al ver la parte trasera de un callejón, respirando aire fresco y viendo las estrellas en la oscura noche. Jimin no se detuvo ahí y continuó caminando, escuché un portazo a mi espalda y supe que la puerta se había cerrado de golpe, por lo que empecé a caminar más rápido para alcanzar a Jimin. 

—Jimin, ¿me puedes explicar qué pasa?

—Que estoy salvando tu vida, Taehyung.—Me contestó mientras seguía caminando. Reconocí las calles que estábamos yendo, porque llevaban al departamento de ambos.

—¿Mi... vida?

—Si te quedabas un día más allí, ibas a morir.—Me miró de reojo mientras se cruzaba de brazos por el frío que estaba haciendo.— Sé que después de lo que pasó... debería dejarte ahí, ¿no?—Hizo una sonrisa mientras negaba con la cabeza antes de mirarme.— Siempre te consideré más mi hermano que a Jihyun, ¿sabías eso? 

—Lo sé.—Asentí mientras le devolvía la mirada, antes de sonreír un poco.— Siempre terminas salvándome. 

Hablaba de en especial una noche, cuando todo se había ido a la mierda con los chicos. Jimin y yo estábamos un poco distanciados, pero aún así cuando lo llamé para decirle que me saque de aquel lugar donde solía llamar «casa», él no lo pensó ni un segundo... sin saber las razones, él simplemente me dijo «Taehyung, vamos a vivir juntos; encontré un departamento», salvándome por primera vez de hacer algo... 

Matar a mi padre. 

—Es lo que hacen los hermanos, ¿no?—Respondió. Se quedó unos segundos en pausa antes de volver a hablar.— ¿Sabes que después de ésta noche tendremos que separarnos, no, Taehyung?

—Lo sé, Jimin-ah. 

Y es que ahora ambos tendríamos que hacer las cosas por separado. El estar juntos nos lo ponía muy difícil; tendríamos que aprender a vivir solos. 

Y ése era mi problema... Cuando estaba solo pensaba en volver a él. Sentía que no podía avanzar mientras sabía que él, mi padre, estaba vivo. Pero eso no lo sabría nadie; ni Jimin.

—Jimin... ¿temes de Yoongi?—No pude evitar preguntar, había algo en él que estaba en alerta. 

Me miró unos segundos antes de hacer una media sonrisa. 

—Temo más de lo que yo puedo hacer estando a su lado. 

Asentí, entendiendo a lo que se refería. Él temía dejar de ser él mismo cuando estaba a su lado. Eso no significaba que no lo quería; pero tenía que primero estar seguro. Y yo lo entendía muy bien. 

Cuando se teme a alguien es porque a ése alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.—Cité una frase de un libro. 

—Demian.—Reconoció mientras sonreía con aquella sonrisa particular de él, donde sus ojos se escondían y su diente chueco parecía más perfecto.

Sería la única persona a la que extrañaría siempre.

Sería la única persona a la que extrañaría siempre

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Fifty Shades » BangtanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora