—Te equivocas.
Y cómo si fuera en automático, las lágrimas se detienen. Alzo mi rostro totalmente desconcertada.
—¿Qué has dicho? —mi voz apenas es audible. Parpadeo un par de veces para aclarar mi vista.
Su mandíbula está tensa, podía notar con facilidad sus bordes. Tenía su vista fijamente sobre mí, sus ojos enrojecidos bajo una capa cristalina.
—No tuve opción —niega repetidas veces mientras su expresión se convertía en completo enojo —. ¡Yo nunca quise dejarte! —sentencia alterado.
Retrocedo en acto reflejo. No le temía, pero su actitud dejaba mucho que cuestionarse. Al ver mi reacción, ablanda la mirada y suspira.
—No quiero que sufras más por esto. Así que, si esta será la despedida, quiero que al menos nos marchemos sin el peso de la última vez.
Inspira antes de hablar y ese acto advierte que debo prepararme.
—Sí te mentí —suelta y apenas mi cerebro intenta procesarlo, decide aclararse ante mi mirada de confusión —. No fui del todo sincero el día que te dejé. Cada hiriente frase que dije, todas fueron mentiras —murmura, quitando sus ojos de mí —. No quería hacerlo pero, yo tenía que desaparecer, tenía que usar cualquier cosa que lograra lastimarte para convencerte de no querer buscarme.
Al volver a mí, se forma un nudo en mi estómago al ver una profunda tristeza invadirlo.
—¿Por qué? —me aventuro a saber. Si es cierto lo que dice, debe existir una buena razón, y planeo darle la oportunidad a explicarse.
Me mira indeciso, tal como si barajara las consecuencias que provocaría decirme o no hacerlo. Lo veo tragar saliva. Ya ha aceptado contarlo, no tiene otra opción.
—Porque al preguntar por mi, podría haberte llevado a esas personas. Nadie sabía sobre ti, quería que así siguiera. No tenía cómo protegerte, por eso tuve que asegurarme de hacer lo que hice. Después de ir a verte, me fui del país.
Quedo perpleja. Es un golpe que me ha desorientado por completo. Nunca en mi vida hubiera imaginado que esos eventos tuvieran relación.
—Quieres decir que, ¿solo estabas cuidándome?—mis ojos vuelven a nublarse —. Mientras ocultabas tus problemas de mí, fingiendo una coraza de acero, estabas resistiéndolo todo solo. Me lo hubieras contado.
Expresa una sonrisa amarga.
—Ahora que estamos en la misma situación que trataba de evitar... ¿Crees que hubiera podido si eras lo único que me mantenía distraído de toda esa basura? —me dirige una mirada melancólica y mi respiración se corta —. No quería arrastrarte conmigo. Eras muy especial.
—¡Pues cualquier cosa habría sido mejor que perderte o creer que no te importaba! —chillo.
Sus pasos se acercan y mi corazón late con fuerza. No soy capaz ni de pestañear.
—Me acerqué a ti porque quería ayudarte, eso fue legítimo. Y al ver tu bondad, al mostraste que había cosas mejores que esperarían por mí si estaba dispuesto a ir por ellas, me hiciste querer conocer a una mejor versión de mí, me inspiraste —se detiene a un medio metro de mí —. Pero después de enterarme de lo que había pasado, no sabes lo difícil que se volvió tener que mirarte a los ojos.
Me observa por un momento, sin decir nada. Me doy cuenta que le cuesta seguir y yo estoy muy lejos de reaccionar, solo imaginar lo difícil que habrá sido para él que a sus veinte años ya estaba tomando decisiones difíciles para su vida, y a la vez soportando todo lo que estaba viviendo con su padre.
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Malas Decisiones [EN EDICIÓN]
RomanceCamille creía saber cómo mantenerse fuerte ante las adversidades, sin embrago cuando una noche presencia un intento de asesinato y se ve envuelta en las consecuencias de haberse involucrado, su verdadera resistencia es puesta aprueba. Reviviendo her...