(II) Besos alborotados

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Besos alborotados

Contuve la respiración muchas veces
al ver aquel rostro tan puro de cielo,
donde los suspiros, hermosos suspiros
no dejaban de llegar, y cantaban
y tocaban el fondo de mi anhelo.
Arrebatos locos,
conspiración de poeta
al querer conquistar lo inconquistable
con tan solo, tan solo y nada más
que un beso mortal con las miradas.
Quise acariciar su alma
con los versos de un poema silencioso,
que a más de gritar silencios,
pronunciaban alma mía,
el alma dueña de sus sentimientos...
La besé... me miré en sus pupilas francas
que no hacían más que derramar miradas,
esas miradas galantes de miel
que me acusaban, que me delataban;
que me hacían prisionero de su amor
y me convencía...
que no había más bella prisión
que los besos alborotados de su alma.

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