XXXIV

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Alivio del alma

He conseguido, que la luz
irradie en el nácar
de unos bandidos ojos, solitarios.

Busqué entre un clavel azul,
la miel, el dulce veneno
que alivia mi alma.

Contemplé un ocaso mudo,
gozándome entre las sonrisas ajenas,
que alegraron mis pupilas quietas.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora