Diálogo con mi taza de café
Sentí nuevamente el aroma
que me conduce a escribir en esta noche
versos sombríos, hielos cautiverios
de un ruido que guarda silencio,
que penetra en el pálido arrullo de una voz muda.
Me mira, me habla; no dice nada,
solo guarda silencio
en la tempestad, del reflejo de mis ojos.
Se oyen ruidos tenebrosos,
me asusto,
miro a los lados, intentando buscar algo,
luego nuevamente miro que sigue ahí
tu presencia matadora
que intenta devorar mi conspiración
en una obscuridad muy tranquila, misteriosa.
Dibujo en mi memoria
el cuadro de una presencia llena de inspiración,
que me busca en el pensamiento,
en los sueños,
en las lágrimas que quedaron en su almohada,
en los pañuelos,
en las copas de licor, que bebió por amor.
Veo sombras que no me dejan en paz
y el reloj como cómplice de esta noche,
no deja de sonar... tic - tac
Tenso en esta penumbra que duele.
Sigue estando ahí aquel aroma
y he aquí, que busco consuelo...
y me embriago en la lejanía,
y me embriago en el recuerdo
de una imagen que va tatuada en mi cabeza.
Su imagen, sus ojos,
dulces ojos que me miran sin estar presentes.
Me gusta, a lo mejor ni sé que lo digo bien,
porque soy yo mismo quien canta mi canto
en noches como estas, sin brillo en las estrellas.
Solo susurros suaves, salvan mi arrebato
de arcano éxtasis de un sueño polar,
donde íbamos a caminar juntos de la mano.
Se enfría mi café...
Espero encontrarme nuevamente con tu aroma
que me hizo escribir esta noche
una vez más, en la oscuridad.