El cobijo de dos almas
Soy quien te canta en el manto de tus cabellos,
en la matizada aurora de un amanecer azulado
tan perpetuo, cual pentagrama de un jazmín,
que invade alagador, la ternura de nuestro encuentroEs su respiración, una loca armonía de notas
bailarinas de arenas, en el fragmento de nuestro cielo
acogedor del momentos de los besos, nuestros versos
furtivos, silenciosos y apasionados cual olas del mar.Acaricio su seda delicada, amapola de mis sentidos
que acelera el corazón con un suspiro de su alma
en el hermoso laberinto del rosal de sus cabellos,
cobijando el infinito de mis pupilas perdidas.Ay gorrión peregrino, de mis ansias cantoras
¿No es el canto de jilguero, que sostengo en mí,
como el néctar de su mirada apasinante de niña?
Pues en el horizonte, la busca siempre el alma mía.Calla, calla, calla brisa de aurora de nuestro amanecer,
que tu silencio fiel se perpetue en los confines
de esta existencia de un amor de mis anhelos,
con el sueño de tenerla siempre en mi regazo.Oh qué brillo de sus ojos, luna plateada...
Te canto a la orilla del mar,
te canto en el brisa que nos da su aroma,
que nos perfuma en el eclipse de nuestras miradas,
de nuestro sueño al besar el capullo de nuestros ojos.(Suspiro) el amanecer que me regalan sus besos,
sus brazos, su todo... su aliento, su silencio.
(Me mira) en el instante de nuestro regazo,
en la combinación de nuestras almas, liberadas.