XCV

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Almas peregrinas

Soñé con un beso cubierto de sol,
navegando en el océano de su piel
como jilguero, cantando de amor
en el borde de sus labios, dulce miel.

Era un beso en la orilla del mar...
ay, qué dulce beso de su boca
que me envolvía en cada cantar
con su arrullo de flores, mi niña loca.

Y estaba perdido en su aliento
como niño tímido en su pecho;
era ella la magia de mi contento
y sus venerables manos, mi lecho.

Yo soñé con todas sus miradas,
mirando juntos, el eterno cielo
con besos mariposas, cascadas
que fueron nuestro anciado anhelo.

Tocamos nuestras almas peregrinas,
con miradas, besos y dulzuras;
caricias tiernas, vuelo de golondrinas.
Cansancio bendito de ternuras.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora