LXV

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Sollozando de hinojos

Y pido de hinojos unos versos más,
aquellos que me hacen suspirar en tu alma,
suplicando que no dejes de cantar...

Ten en cuenta nuestro universo florido,
sobre el palpitar de la mesa con dos tazas de café
que alimentan el silencio luminoso de tu boca.

No te vayas pequeña flor, hermoso retoño...
que anhelan mis brazos sostener tu silueta
para acariciar con mis suspiros, tu alma de poeta...

Mírame sollozando en la rivera de tus palabras polares,
que no contentas con torturarme,
aniquilan mis raíces del sueño de besarte
una vez más con el alma mía...

Mírame de hinojos, flor de mi vida,
mírame arrastrando un verso más en melancolía,
emíferos versos, que suplican sollosos...

No pierdas la ternura de un café,
promesa ferviente en la llanura de los besos,
esos besos que anunciaron la rendición de nuestras bocas,
para acariciar con mi manos tu alma,
así como lo prometimos tú y yo.

Muchachita de boca bonita, no te vayas por favor;
perdámonos en el silencio de nuestra locura,
tomando un café juntos,
de la mano,
en compañía de la brisa de nuestro destino.

Mira que estoy de hijonos
con el celeste de mi quimera
que no duerme, por estar contigo una vez más.

Déjame disfrutar de tu sonrisa,
déjame disfrutar de tu mirada;
déjame disfrutar de tus caricias,
déjame disfrutar de tu alma enamorada
y de tus pupilas que se reflejan en las mías,
porque quiero perderme, en tu pincel
que se alegra con tus besos perfumados.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora