Tengo ganas de un café
Se está apunto de llegar la media noche
y parece que el sueño me abandona.
Pienso:
¿qué más sonido quiero?
Quiero tomar un café cargado,
hablar de mi amor atado
al alma y a la luz de mi secreto.
Quiero saborear mi lamento,
dulce lamento de aquella dama
que tenía la sonrisa de la luna en primavera,
nada menos, que la belleza de una flor
en el jardín nocturno de su sonrisa
que pasaba con paso lento, caminar tierno
de su mirada tranquila, de su soñar.
Y yo me la recuerdo linda,
acariciando los versos de su propia poesía,
amando las letras como cómplices calladas
que hablaban de la ilusión plutónica
que rondaba su inspiración de dama loca
por mí, un gorrión,
un pájaro atrevido, poeta, también soñador
de su propios poemas.
Quiero tomarme una taza de café caliente
que dure
hasta la locura del alma mía,
porque lloro en soledad completa.
Café,
¿Acaso es tan maravillosa tu existencia,
porque así lo quisiste?
Si ves que con preguntarte en mi inocencia,
me embriago en tu aroma, porque así lo pediste.
Solo te repito,
que aunque te acabe,
recordaré, lo que llorando te conté.