XXXIX

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Mi atención al acariciar tu nombre

Tienes el color del mismo crepúsculo
cuando iluminas el sendero de mis pasos;
no sé por donde ni cómo,
pero es tu silueta, mágica estela que me envuele.

Contienes en tu mirada los aromas
de las tardes hechizeras por tus ojos,
que juegan en las corrientes de escarchas,
por soñar con el brillo de sus palabras.

Emerges sin engaños al alma abandonada,
cubriendo con besos sin palabras
las frases deliciosas que pronuncian tus miradas
y que callas cual jilguero triste en verano.

Eres la almohada de mis suspiros,
cual aliento fresco recolector de versos
del caliz de mis poemas tristes
y también de los que van por tus besos.

Como te dije en mi primer estrofa:
tienes el color del mismo crepúsculo...
No dejes que me entierre el olvido,
porque en mi memoria, por ti he vivido.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora