LXXI

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Huellas en la arena... quizás como un compás del destino al alba. Y parece, que el sueño de tomar un café juntos en la playa, se desvanece como soplo de un gorrión herido. O las caminatas por la orrilla del mar, que tanto soñamos.
Solo queda la poesía, la dulce y amarga poesía que habla de un amor sincero y de eterna primavera.

Bajan lentamente las miradas clavellinas
y junto a ellas, una cortina de lágrimas
que engrandece la tristeza, haciéndola solemne,
en el altar infinito que ofrece el alma.

¿Cómo canta el jilguero en un noche fría?
Como canta el poeta en su melancolía...
y lleva clavado un suspiro de anchas azucenas
que no pertenecen a nadie más, solo a ella.

Suve el rubor a mis pupilas, en esta fría noche
y se me hinchan las venas cual caudal enardecido
pidiendo venga dulce muerte en mi tedio,
en esta tormenta que me aniquila sin reproche.

Se duermen mis versos, mi pincel silencia;
ya las notas de mis canciones guardan
los secretos sencibles de mi propia inspiración
cuando todo lo demás se calla, en la ausencia.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora