LXIV

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Poema de una tarde

El problema es que cuento mariposas
en el bosque, sumergido de mil canciones
apasionadas en la milenaria sonrisa
de una constelación que bordan las caricias
en la rivera del arte de besar el alma, su vida...
Es cual camino en el horizonte,
tan distante y puro,
tan apasible y rebelde
que mezcla en pigmentos los corazones azulados,
llenos de la armonía, del silencio encantador.
Es el problema, quizá, una elección,
un camino al arrullo
de la flor en capullo,
besando el pólem que emerge del alma mía.
Es ese milagro que nace en un ocaso;
afición por sus besos que tocan el alma,
y llenos del deseo de su mirada
que canta en la penunbra del tallo de una rosa.
Ven muchachita, gitana primorosa...
Ven muchachita, ojos chiquitos de mis sueños,
mientra sea eterno este amor en el crepúsculo,
donde el colibrí se posa en su flor hermosa.
Rayos de azucena,
eclipse de un tallado en sus pupilas,
que duermen en el instante de mi pecho,
mientras se escriben un poema
en el borde de su silencio, con su tinta y la mía.

Tomando un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora