Beso del cielo con el mar
Son exactamente las seis y veinte de la tarde
y estoy frente al ocaso
a la orilla de este mar rubio,
teñido de sol desde el horizonte,
en la utopía de un beso en el cielo rojo.La espuma se conecta en la armonía
de la canción de una caracola,
que cubierta de bruma
canta al ritmo de la cigarra vacilante
mientras el sol se muere a la distancia.Se cae el cielo
y el mar lo recoje
en las olas apacibles de este atardecer,
en mi quimera, su silueta violeta
que me canta sus versos
en el sonido suave del silencio.Está obscureciendo, llega la noche;
el sol se ha marchado y estoy solo
escuchando el canto de los grillos
y recibiendo lentamente la retirada
del canto de las aves marineras.Siento el paso de las estrellas
que no aparecen en mi consuelo,
y aparece en cuarto menguante, la luna...
me mira, se esconde, intenta acompañarme,
y se cubre con el manto místico de la noche.
Y me visita su ausencia,
tocando la arena mojada;
el mar se viste de estelas,
azulejos cantares de mis palpitaciones.Contemplé el crepúsculo con mi soledad
y recité cada verso, cada beso, cada mirada;
cada caricia bendita de sus manos,
que tocaron mi alma.
Y aquí frente a mi nostalgia
escribo este poema al andar,
viendo como se besan,
el cielo con el mar...