Capítulo 3

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Newt respiró hondo cuando sus amigos entraron en el laberinto y esperó un par de segundos a las puertas de la Hacienda antes de hacer nada. Le sonaron las tripas por primera vez en toda la mañana y decidió pasarse por la cocina de Fritanga.

Mientras comía algo, se dio cuenta de que no le habían dado nada de comer a la chica desde que se despertó, y pensó que no sería mala forma de empezar a tratar con ella si le llevaba algo de comer.

Antes de pasarse por el Trullo, le pidió a Jefferson que fuera con él por si la chica estaba herida o algo por el estilo. Al llegar, abrió la puerta y vieron a la chica frente a ellos, sentada en el suelo con las piernas recogidas y los brazos cruzados. Puede que tuviera frío o simplemente desconfiaba. Era la primera vez que Newt recordaba mirar a una chica a parte de a Teresa, solo que con esta, no sintió tanta desconfianza que con Teresa. En realidad, no entendía bien lo que sintió, pero le gustaba.

–Hola.– Comenzó.– ¿Recuerdas tu nombre?– Ella asintió.– ¿Y cuál es?

–Beca.– Dijo con una voz dulce pero a la vez fuerte con un tono que sin duda, le costaría mucho olvidar.

–Encantado Beca. Yo soy Newt y él es Jefferson.

–¿Tienes hambre? Te hemos traído algo de comida.– Dijo Jefferson acercándosela.

–No quiero vuestra comida.

–Pues pareces tener hambre. Yo me la comería, Fritanga no es tan mal cocinero.

Beca miró el sándwich que le había llevado, después miró a Jefferson, que lo sostenía delante de ella y por último volvió a mirar a Newt, que respiró hondo. Al final acabó extendiendo la mano y aceptó el sándwich.

–¿Donde estoy? ¿Qué es este lugar?– Dijo después de llegar un par de bocados.

–Uh, empieza con las preguntas habituales y parece que físicamente está bien. ¿Te encargas tú a partir de ahora?

–Claro, vete anda.– Dijo Newt dándole una palmada en la espalda.

–¿A dónde va?

–A trabajar.

–Aun no me has contestado a las preguntas de antes.

–Muy bien.– Dijo y se sentó frente a ella.– Nada de gritos, ni histeria ni puñetazos. ¿Entendido?– Beca asintió.– Vale. Estas en el Claro, concretamente en el Trullo, pero no pasarás aquí más tiempo del necesario.

–¿Qué es el Claro?

–El Claro es nuestro hogar, y a partir de ahora el tuyo. Alguien nos trajo aquí sin darnos ninguna maldita explicación de cuando ni por qué. Sólo sabemos que tenemos que salir.

–¿Y que os lo impide? No puede ser muy difícil salir de un claro.

–El laberinto.– Dijo serio mientras todavía se le ponían los pelos del brazo de punta al recordar todo lo que había pasado ahí dentro.– Estamos en el centro de un maldito laberinto que cambia cada noche. Aunque, puede que lo mejor para que lo entiendas sea enseñártelo.

Newt se levantó y alargó la mano para ayudar a Beca a levantarse pero ella ignoró la ayuda y se levantó sola. Él salió primero y después dejó salir a Beca mientras cerraba la puerta del Trullo. Al volver a mirarla, vio que a Beca le faltaba la respiración al ver aquellos muros que ahora la retenían, pero también veía un brillo en su mirada como de entusiasmo, como si quisiera salir corriendo por ellos.

–Impone un poco, ¿eh?– Dijo para calmarla.

–Asusta.– Ella le miró.– ¿Entráis ahí dentro con frecuencia?

–Mira Beca, en el Claro solo tenemos tres reglas. La primera: Pon de tu parte, no hay sitio para gorrones. Segunda: Nunca dañes a otro clariano, estamos todos juntos, no unos contra otros. Y la tercera y más importante: Nunca cruces esos muros.– La miró muy serio.– Únicamente los corredores entran ahí, y vuelven antes de que las puertas se cierren.

–¿Qué pasa si se cierran y no han vuelto?

–Te quedas dentro toda la noche. Y no es una experiencia agradable.– Dijo y comenzó a andar para que ella le siguiera.

–Y si es tan horrible, ¿por qué entráis?

–Ya te lo he dicho: para encontrar una salida.

Beca dejó de caminar y dio una vuelta sobre si misma para observarlo todo otra vez, pero Newt no se detuvo, siguió su camino sabiendo que ella no se separaría de él por qué no conocía a nadie más, él era lo más cercano que podía considerar a un amigo. Cuando Beca se dio cuenta de que Newt seguía caminando, ella corrió hasta él y le agarro del brazo para pararle y ponerse delante de él.

–¿Por qué no recuerdo nada?

–Ah eso. Nos pasa a todos. ¿No te has dado cuenta hasta ahora?– Ella negó rápidamente con la cabeza.

–Osea, que se han metido en mi cabeza.

–Mas o menos. Pero no te preocupes, ya lo llevas mejor que la mitad de los que estamos aquí.– Beca se dio cuenta de que seguía agarrándole del brazo así que le soltó y se alejó un par de pasos.

–Supongo que eso es ¿bueno?

–Si, bastante.– Newt sonrió. Un gesto que casi se le había olvidado.– Ven, te presentaré a unos amigos.

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