Capítulo 5

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A Beca le dolió todo el cuerpo desde que escuchó el ruido del laberinto cerrándose por primera vez. Jamás olvidaría el escalofrío que le erizó los pelos de todo el cuerpo y le apretó el interior de la cabeza hasta hacerla creer que jamás volvería a pensar.

Durante el tiempo que estuvo inconsciente no sintió nada. Ningún recuerdo le vino a la mente. Sólo veía oscuridad y no sentía nada.

Pero de repente volvió a sentir. Se sintió cansada, y todavía dolorida. Tomó aire hasta casi dolerle los pulmones y soltó el aire hasta casi sentarle mal. No sentía la necesidad de abrir los ojos, estaba cómoda tal y como estaba, quería quedarse así de por vida. Movió ligeramente los dedos de la mano y sintió un tacto suave, que la hizo darse cuenta que estaba tumbada, como si hasta ahora hubiera estado en el aire y de repente hubiera caído sobre algo, algo cómodo.

Entonces, y solo entonces, quiso abrir los ojos. Los abrió suavemente y de una sola vez. Miró hacia arriba, vio un techo de madera y por el rabillo del ojo vio que el resto del lugar donde estaba era del mismo material. Pasó las manos por la superficie donde estaba hasta darse cuenta de que era una cama algo grande y estaba tapada con una manta hasta la cintura. No recordaba aquella habitación, así que intentó incorporarse un poco pero le costó por el dolor que todavía acumulaba.

A pesar de que le pesaban las piernas y la cabeza le daba vueltas, consiguió incorporarse. Una vez sentada en la cama, observó bien todo el cuarto como es debido. Por una ventana a su derecha entraba luz, así que suponía que ya era de día. Pero cuando giró la cabeza, vio a Newt, sentado en el suelo en frente de ella y apoyado contra la pared, dormido.

–¿Newt?– Dijo casi en un susurro.

Beca, sorprendida ante la actitud del chico, bajó los pies de la cama con intención de ir hacia él, pero en cuanto se levantó de la cama, todo el peso del mundo se apoderó de sus piernas haciendo imposible sostenerla y cayó al suelo haciendo resonar las tablas de madera con todo su cuerpo, primero las piernas, luego la cadera, los hombros y por último la cabeza, cosa que despertó a Newt de golpe, quien se asustó por el ruido.

–¡Estoy despierto! ¡Estoy despierto!– Gritó sin saber bien lo que pasaba, hasta que vio a Beca en el suelo encogida de dolor. Susurró el nombre de la chica, se levantó de un salto, fue hasta ella y se arrodilló a su lado.– ¿Qué haces en el suelo?

–He intentado levantarme pero... aahh, no he podido.

Newt negó con la cabeza, después la cogió en brazos y la devolvió a la cama para después sentarse junto a ella.

–¿Para que querías levantarte?

–Es que te he visto ahí en el suelo... ¿qué hacías ahí? ¿Y dónde estamos?

–¿Recuerdas algo se lo que pasó ayer?

–¿Te refieres a cuando...?–Beca se llevó las manos a la cabeza incapaz de seguir al recordar el intenso dolor.

–Si, eso. ¿Qué recuerdas?

–Recuerdo que... cuando comenzó el ruido, la cabeza comenzó a dolerme, como si me oprimiera el cerebro y quemaba. Después las piernas y los brazos comenzaron a dolerme y... ya sabes el resto.

–¿Todo eso te lo produjo el ruido al cerrarse las puertas?– Beca negó con la cabeza.

–Solo sé que todo empezó a dolerme al oír aquello.

–Pues las puertas se cierran todas las noches.

–¿Todas?– Newt asintió.– ¿Por qué?

–Porque nos protegen.

–¿Y que hay ahí dentro que haga que las puertas se cierren?

–Por las noches, el laberinto cambia. Por eso no hemos podido salir todavía.– Hizo una pausa y suspiró.– Y los laceradores.

–¿Qué es un lacerador?

–Son como unos monstruos, con una parte viscosa y otra mecánica más o menos, y si te pillan, te picaran.

–¿Qué pasa si te pican?

–Pasas por el Cambio. Al parecer recuperas algo de memoria, pero los que han pasado por el Cambio no vuelven a ser ellos mismos.– Dijo apartando la mirada.

–Algún amigo tuyo ha pasado por el Cambio, ¿verdad?

–Hace unos días... picaron a Alby. El líder del Claro.

–Yo creí que el líder eras tú.

–No, yo solo soy el segundo al mando.

–Segundo al mando, ¿eh? ¿Y este sitio que es?

–Mi cuarto, en la Hacienda.

–¿Tú cuarto? ¿Y que hago aquí?

–La idea principal era llevarte a la enfermería, pero estaban todas las camas ocupadas.

–¿Soléis tener muchas bajas?

–En realidad, desde que llegó Tommy, todo ha sido un poco raro.

–¿Raro en qué sentido?

–Creo que ya he hablado suficiente, y como veo que estás medianamente bien, lo mejor será que bajes al Claro y te explicaré un par de cosas más.

–Vale.

–¿Crees que puedes levantarte sola?

–No lo sé.

–Prueba a ver.

Newt se levantó y se echó unos pasos atrás. Beca bajó las piernas y reunió todas sus fuerzas para levantarse. Al principio todo iba bien, hasta que tropezó y Newt tuvo que cogerla para que no se volviera a caer.

–Vamos mejor poco a poco.– El chico rió.

–Si no puedo ni caminar, ¿qué se supone que voy a hacer aquí?

–Claro que puedes andar.– La ayudó a ponerse derecha.– Intentarlo otra vez.

Beca respiró hondo, volvió a intentarlo y está vez, no le hizo falta ayuda.

–Eso está mejor.– Beca rió.

–Gracias.

–No me las des.– Newt sonrió.– Ahora vámonos. No podemos estar aquí metidos todo el día.

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