Capítulo 36

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El calor volvió a golpear fuertemente cuando los chicos se volvieron a poner en marcha. Apenas llevaban un par de horas caminando cuando el hambre volvió a entrarles a todos, pero todo el mundo comprendía lo valiosa y escasa que sería la comida a partir de ahora, así que se reprimieron.

–¿No decías que podíamos llegar ayer mismo?– Se quejó Minho.

–No debe de faltar mucho.

–Como los mapas de Gally estén mal...

–Eh, Gally es de los mejores del Brazo Derecho.– Dijo Beca.

–No llegaste a conocerle en el laberinto.– Dijo Thomas.– No te habría caído lo que se dice bien.

–No, Gally no hizo mal los mapas.– Dijo Sidney contenta.– Hemos llegado.

Tras una duna por la que tuvieron que subir hasta la cima, había un pequeño edificio de una sola planta en medio de la nada, hecho de madera y vigilado por un par de guardias.

–¿Eso es el complejo de CRUEL?– Preguntó Thomas decepcionado.– ¿Una cabaña de clonc?

–¿Que esperabas?

–No sé. Algo como un edificio enorme, sofisticado y con vigilancia por todas partes.

–¿Y dónde entrarías a robar información valiosa? ¿A complejo lujoso o a una cabaña en medio de la nada?

–Entiendo por dónde vas.

–Y somos cinco contra dos. Están en desventaja.

–Vuelve a analizarlo, rubito. Dos guardias de CRUEL armados hasta los dientes contra cinco chavales que apenas tiene un par de armas.

–Muy bien, ¿y como entramos?

–¿Te encargas tú?– Le preguntó Sidney a Beca y ambas sonrieron.

–¡Por supuesto!

–Espera, para. ¿Cómo que te encargas tú?– Newt la agarró antes de que pudiera irse.

–¿Confías en mí?

–Si, pero...

–Entonces déjame hacer lo que mejor se me da.– Le dio un beso en la mejilla y Beca se acercó hacia los guardias mientras que todos la miraban.

–¿Estará bien?

–No os preocupéis por ella. Vamos, nosotros entramos por detrás.

Sidney llevó a los chicos por detrás de la cabaña pero ninguno pudo resistirse a mirar lo que Beca estaba a punto de hacer. Ella se acercó mientras que los guardias la apuntaban, pero consiguió que dejarán de apuntarla, y entonces comenzó su plan.

Los chicos no podían creer lo que Beca acababa de hacer. Se quedaron boquiabiertos ante los movimientos de Beca contra los guardias. Cuándo acabó con ellos y se dirigió hacia la cabaña y los chicos, Newt fue el primero que salió corriendo hacia ella, y cuando se encontraron, la abrazó, la levantó y dio un par de vueltas con ella en brazos.

–¡Ha sido increíble!– Le dijo él mientras se reía y después la dejo en el suelo.

–Gracias.

–¿Donde has aprendido a hacer eso?– Le preguntó Minho cuando ellos se acercaron.

–He tenido un buen profesor.

–Me siento alagado.

–Tenias que haber visto la cara de Newt mientras novias las caderas delante de esos tíos.– Thomas se rió y el resto le siguió.

–¿Estabas celoso?

–¡No!

–¡Si!– Dijo todo el mundo.

–Da igual.– Beca zanjó el tema.– No estamos aquí por nada, ¿recordáis?

Beca señaló la cabaña y después fueron hacia ella. La puerta estaba cerrada con candado, así que Minho cogió una roca del suelo y lo rompió. Después abrieron la puerta y entraron. Dentro, todo estaba lleno de ordenadores, archivos y baúles que seguramente contenían armamento.

–Parece que la cabaña de clonc es algo más que eso.– Dijo Sideny y miró a Thomas.

–Muy bien, los que trabajaron en CRUEL, mirad en los ordenadores, el resto registraremos lo demás.

Thomas y Beca se acercaron a los ordenadores y el resto se dispersó por la cabaña.

–¡Oh sí!– Dijo Minho al abrir uno de los baúles y cogiendo una de las armas.– Me divertiría mucho si el Hombre Rata apareciera ahora.

–¿Puedo hacerte una pregunta?– Le dijo Thomas a Beca sin apartar la mirada de los monitores.

–Si, claro.

–¿Dónde trabajabas cuando estabas en CRUEL exactamente? No recuerdo verte por ninguna parte.

–Es por que yo no trabajaba en lo mismo que tú. Teresa y tú construisteis el laberinto, pero yo estaba por encima de eso.

–¿Cómo sabes lo que hicimos?

–¿De verdad creías que no os controlaban?– Le miró.– No puedo decirte mucho más, pero quiero que sepas, que yo no quería que pasara todo lo que pasó.

–¿Sabías y veías todo?

–Desde que era pequeña.– Intentó sonreír, pero no aguanto mucho y volvió al trabajo.

Thomas también volvió, pero entonces encontró un archivo codificado que decía donde estaba la base principal.

–¡Eh!– Les llamo.– Chicos, tengo algo.

–Hace falta una contraseña.– Advirtió Sidney.– Cuatro dígitos.

–¡¡Salid con las manos en alto!!– Escucharon gritar desde fuera.

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