⚠advertencia: este capítulo contiene un poco de aquel pequeño gusto culposo llamado "cliché".
Si no te gusta este tipo de historia, no lo leas, pero si aún así decides hacerlo y me vienes con comentarios like "ke klishé'. Pos no jodas, estoy avisando >:v
-con amor, nora💖
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Escuchaba vagamente la conversación que se desarrollabs a mi lado, de la cual supuestamente soy partícipe, pero en realidad no era así y no me molestaba en lo absoluto. Sostenía en mi mano derecha una copa de champagne que ya estaba casi vacía y miraba a mi alrededor intentando encontrar algo interesante, más todo me parecía tan aburrido, solo otra superficial fiesta de sociedad.
Porque sí, eso soy, "una señorita de la alta sociedad" debido a que mis padres son dueños de una de las empresas con mayor reconocimiento en todo Corea del Sur y próximamente de manera internacional, o eso es lo que llego a captar de las personas hablando a mi lado, entre esas mi padre.
Cuando el último trago del líquido en mi copa pasó por mi garganta supe que ya no habría nada que pueda distraerme de esos engreídos empresarios que solo hablaban de dinero y jugaban incansablemente a "mi casa es más grande que tu casa", exponiendo sus empresas, ganancias y, por qué no, sus casas.
Dispuesta a encontrar alguna otra distracción miré otra vez por todo el salón, quedándome helada cuando mis ojos se posaron en una persona en específico.
Esto no puede ser real.
Sentí las ganas inmensas de caminar hacia él, tomar su mano y llevarlo lejos de este lugar. No entendía qué hacía aquí. Estaba segura de que él ya me había visto, por algo yo aún no había notado su presencia.
Pero a pesar de mi desesperación no pude evitar notar como aquel traje le quedaba de maravilla, se veía tan apuesto y formal, su cabello no estaba tan prolijo como su vestimenta y sin duda aquello le daba un toque más relajado.
Quería acercarme a él, pero sabía que aquello sería un enorme error considerando en dónde estaba y rodeada de qué personas. No lo perdí de vista en ningún momento, veía cómo se movía hábilmente entre los invitados sin dejar que la bandeja en sus manos se incline aunque sea un poco, llevando y dejando copas en cada mesa y persona que estaba de pie.
En mi ensoñación no noté que se acercaba a nosotros y entré en pánico cuando sus ojos se posaron en mí, vi una pequeña sonrisa en sus labios y como sus gatunos ojos me recorrieron de pies a cabeza.
