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"Parece un cerdo."
"Debería de comer menos y hacer más ejercicio."
"¿Cómo es que Jisoo-oppa se vino a fijar en ESO?"
"Bah, que mal gusto ha tenido nuestro Josh."
Esos y miles de comentarios más no dejaban de aparecer en todo sitio web de noticias que publicaba sobre la nueva relación confirmada; Park Jieun y Joshua Hong.
Fue una sorpresa no-tan-sorpresa, ambos grupos se llevan bien desde su debut y varias veces se habían nombrado respetuosamente entre ellos en los shows o entrevistas que han asistido. Aún así impactó con gran fuerza para ambos fandoms, haciendo que tanto los idols como sus empresas realicen un comunicado, estas últimas mostraron su apoyo a sus artistas y manifestaron sus deseos de que los fans también lo acepten.
Pero lastimosamente no era así, o al menos para Jieun, la cual estaba siendo la más afectada con los comentarios de odio y críticas. Usualmente hablaban de su figura o el hecho de que no era totalmente coreana y como por eso no merecía estar en un grupo tan exitoso, pero ahora tenían un nuevo tema y estaban adorando el mezclar todo.
Así que ahí se encontraba ahora, encerrada en su habitación con la laptop encendida siendo única luz que alumbraba en la oscuridad de la noche. A ella le gustaría decir que se mantuvo fuerte y aquellos comentarios no le hacían ni cosquillas, más la realidad era otra. Normalmente los ignoraba o pasaba de largo, pero justo ahora no podía hacerlo, era como si aquella muralla que había construido al paso de sus años de carrera ahora se destruía hasta caer.
Suspiró a la vez que limpiaba las lágrimas de su rostro por milésima vez en la noche, la puerta sonó tres veces y aclaró su garganta para hablar.
─Jieun, alguien vino a verte ─escuchó la voz de su líder del otro lado─, a él sí lo querrás atender.
Sonrió al pensar que era Joshua, porque estaba segura que así es. Había estado toda la tarde encerrada, incluso no había ido a cenar por culpa de su malestar, pero no iba a dejar afuera a su dulce novio que de seguro estaba preocupado por ella.
Se puso de pie y con cuidado de no chocar contra nada abrió la puerta, apenas lo hizo el estadounidense terminó de empujarla y cuando ya estuvo adentro la envolvió con sus brazos y la apretujó, haciéndola sentir segura, querida.
Joshua cerró la puerta con su pie y sin separarse avanzaron hasta la cama de ella para sentarse ahí, aún con la oscuridad reinando. El castaño se dio cuenta de lo que su novia había estado viendo en el aparato electrónico y no evitó mirarla con desaprobación.
