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Con música sonando fuertemente en los parlantes, el cuerpo cubierto por una gran camiseta de la cual no era dueña, mi cabello amarrado en una coleta alta y una escoba entre mis manos, era la mejor forma que conocía para limpiar un domingo en la mañana.
Usualmente flojeaba hasta medio día, pero hoy me había levantado temprano y de buen humor, ¿así que por qué no aprovechar la soledad del departamento y limpiar a mis anchas? Probablemente sonaba como una señora, pero a todos nos llega esa hora.
Varias canciones ya me habían acompañado en el par de horas que llevaba realizando mi tarea, unas que se alargaban más porque me dedicaba a cantar o bailar en lugar de limpiar, hasta que llegamos a unos de mis géneros favoritos: pop. Tenía muchas canciones energéticas que me ayudaban a mantener el ritmo, como Wannabe de las Spice Girls.
Todavía no me había calmado del todo cuando inmediatamente la siguiente comenzó y la reconocí al instante.
This was never the way I planned Not my intention I got so brave, drink in hand Lost my discretion.
Comenzó como una leve sonrisa hasta que una carcajada de forma espontánea brotó de mí sin yo poder aguantarla. Aquella canción me traía muy buenos recuerdos.
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Hasta este momento nunca fui alguien de muchas fiestas, y si iba, el alcohol no era parte de mi plan al ser la conductora designada. Pero hoy era diferente.
Un chico había invitado a su amiga a la fiesta que iba a hacer, esa amiga a otra amiga y esa chica invitó a una de mis amigas y así es como terminé aquí, en la casa de un conocido solo de vista, bailando en su sala en un círculo con otras chicas desconocidas, pero con alcohol en el sistema todas somos mejores amigas.
Apenas un par de vasos habían servido para tenerme con los labios amortiguados, la boca seca y unas enormes ganas de bailar, no estaba borracha, o eso sentía, pues aún podía ser mínimamente consciente de lo que estaba bien que haga y qué no. Por ejemplo, empujar a un idiota que quiso bajar su mano más al sur; eso fue un rotundo no, o el aceptar otro vaso de parte de mi amiga, eso debió ser otro no, pero al final fue un sí.
Ahora la sed me mataba, otra vez, y al igual que las anteriores fui hasta la cocina por un vaso de agua. No iba bebiendo ni a la mitad cuando unas enormes ganas de ir al baño se hicieron sentir en mi parte baja.
«El alcohol quiere salir.»
Partí de la cocina para buscar a Mingkyeung o alguna de las otras chicas, pero entre la pequeña marea de gente, las luces apagadas y solo la bola disco alumbrando, juntado con mis ganas ya urgentes de ir, no podía distinguir nada ni concentrarme. Sentía los pequeños empujones de las personas bailando y el mareo que el alcohol me provocaba, tuve la intención de ir sola, pero no confiaba apartarme a un lugar con desconocidos ebrios.
