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Todos tenemos esos días donde el drama es lo que nos está alimentando, y tú no eres la excepción.
No habías iniciado con el pie derecho; llegaste tarde a clases, no rendiste bien la prueba escrita para la que sí habías estudiado mucho, te olvidaste una parte de tu exposición y para colmo tu cita con el chico que pensabas que era el indicado, fue un total desastre.
Así que ahí te encontrabas, sentada sobre tu cama, abrazando una almohada y a casi nada de llorar mientras escuchabas una playlist de canciones tristes que habías encontrado en Youtube. Porque si vamos a sentirnos mal, hay que hacerlo con buenas canciones de fondo.
Por otro lado tenemos a un alto y moreno chico que desde que llegó a tu habitación, debido a tu llamada, no ha dejado de verte en ningún momento tratando de que ninguna estupidez salga de su boca y si es así, lo perdones con el helado que lleva escondido.
Tus ojos llorosos lo miraron y él sintió pena y temor en distintos niveles. Lentamente se fue acercando hasta quedar sentado al filo de tu cama y parecía que mientras más próximo a ti estaba, más pronto ibas a llorar.
─¿Estás en tus días?
Y esa fue la bomba.
Te pusiste de rodillas con un gran gesto de sorpresa que pronto pasó a enojo y comenzaste a golpearlo con tu almohada sin parar de gritar.
─¡Eres un grandísimo tonto, Kim Mingyu! ─le diste en la cabeza mientras él trataba de cubrirse con sus brazos─ ¡De todas tus idioteces esa ha sido la peor! ¡No, no estoy en mis días!
─Yaaa, lo siento, Yu, no me asesines ─pedía el moreno entre quejidos, porque sí comenzaban a doler tus golpes.
Al cabo de unos segundos soltaste la almohada y al fin dejaste que las lágrimas salieran mientras cubrías tu rostro con tus manos. Mingyu entró aún más en pánico sin saber qué hacer.
─No llores ─pidió poniendo su mano en tu cabello para acariciarlo─, si te hacía sentir bien el golpearme, puedes hacerlo.
El moreno sonrió al escuchar como reíste un poco, destapaste tu rostro y trataste de limpiarlo, algo que él mejor inició a hacer.
─Ahora te ves horrible ─bromeó, ganándose otro golpe─. Jugaba, tú siempre estás bonita.
─Pues no para Eric, a él le parecía mejor ver a cualquier otra chica que pasaba en vez de a mí ─soltaste con desilusión y aquello incomodó al moreno─. ¿Acaso no soy suficiente? Dime, ¿tengo algo mal? ¿Algún día alguien me va a querer?
Si solo supieras, pensó Mingyu.
Sus oídos pronto se desconectaron de todo a su alrededor y dejó de escuchar lo que decías, pero no apartaba su mirada de ti, de tu rostro levemente sonrojado por el haber estado llorando antes, en como tus ojos a veces rodaban debido a la anécdota que contabas, pero sobre todo estaba fijo en tus labios, en como de vez en cuando hacías una especie de puchero al imitar a alguien de manera burlona, un gran hábito que tenías.
