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Podía sentir como mi corazón palpita pausadamente, pero con fuerza, en mi pecho y mis manos se ponen frías de los nervios, tenía un mal presentimiento.
Él no me había dado el usual beso en la frente, ni me llamó "cariño" al entrar al cuarto, no, desde que llegó solo me dedicó una extraña mirada y se sentó en el pequeño sofá, apoyó sus codos en sus rodillas y agarró con fuerza su cabeza. Han pasado minutos desde eso y aún ni una palabra sale de su boca. El cuarto que antes me parecía tan cálido ahora solo me hace sentir como en una cárcel debido a la tensión e incomodidad del ambiente.
Salí de la cama en donde estaba sentada leyendo y caminé descalza hacia él, aún así no levantó su cabeza, me agaché hasta quedar de su altura y toqué sus manos.
─¿Qué sucede, amor? ─pregunté temerosa.
Intenté encontrar su mirada, pero él huía, se puso de pie y se alejó de mi cuerpo. Cada vez me sentía peor, más ansiosa.
─No es justo, no es nada justo ─susurró─. Nosotros luchamos por esto, por estar juntos y que ahora haga esto... no...
Siguió balbuceando cosas incomprensibles para mí hasta que lo detuve dándole vuelta y tomando su rostro entre mis manos. Aquellos ojos que suelen irradiar picardía o diversión ahora estaban llenos de lágrimas, lo único que podía ver en ellos era miedo, tristeza y enojo.
─¿Qué está sucediendo, Jeonghan? ─trataba de mantener la calma, primero saber qué pasó y luego actuar.
Tomó mis manos y las acarició lentamente hasta entrelazar nuestros dedos.
─El CEO me mandó a llamar hoy antes de venir ─habló suavemente─, dijo que nuestro reconocimiento es cada vez mayor y ahora nos tienen más en la mira esperando algún escándalo así que debíamos tener más cuidado en lo que hacemos ─sus ojos ya no me veían, ahora miraba nuestras manos juntas─. Entiendo eso, pero no entendí por qué me llamó sólo a mí. Se lo hice saber y él dijo... ─su voz se entrecortó y sentí como me apretaba con fuerza─, dijo que eso significaba que tengo que terminar mi relación contigo...
Un silencio sepulcral se hizo en las cuatro paredes de la habitación, tal vez solo se escuchaba el sonido acelerado que hacían nuestros corazones. Controlé las lágrimas que comenzaron a acumularse en mis ojos al sentir que mi garganta se cerraba y mi nariz dolía. Él tiene razón, no es justo.
