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La noche estaba cálida, tanto que sentí que me ahogaba por el bochorno. Me moví de lado a lado en mi cama sin querer abrir los ojos hasta que no pude más y me senté, cansada de dar vueltas.
Miré hacia mi izquierda y comprobé que la ventana estaba abierta, dejándome confundida, las cortinas se movían como si aire entrara por ahí, pero yo no sentía nada. Al contrario, comenzaba a sofocarme más.
─Hasta que despiertas ─dijeron desde alguna parte.
Asustada miré hacia todos lados, pero no encontré a nadie. Intenté hablar, más ningún sonido salió de mi boca.
─Comenzaba a cansarme de tanto esperar.
Miré hacia una de las esquinas de la habitación y un frío recorrió mi cuerpo al reconocer aquellos finos ojos, cuales había visto cientos de veces.
Su cuerpo pronto salió de la sombra y esta vez el pánico comenzó a crecer en mí, intenté moverme, pero era como si estuviera atada a la cama. Este se acercaba cada vez más y mi pulso se aceleraba.
─Esta vez no huirás, linda...
Desperté con el corazón a mil por hora y bañada en sudor, al igual que la misma desesperación que en mi pesadilla. Me senté en la cama y rápidamente fui hasta la ventana para asegurarme que estuviera bien cerrada.
─HyoJoo, ¿estás bien? ─la voz adormilada de Hiro me sorprendió.
Caminé de vuelta a la cama y me senté en el filo aún con mis manos temblando, no quería asustarlo así que me acosté a su lado y traté de sonreirle lo más normal posible.
─Estoy bien, solo tuve un mal sueño ─susurré.
Vi como este asintió y pronto sus brazos me estabas envolviendo y juntando hacia su cuerpo.
─Aigo~, hasta te ha hecho sudar ─murmuró mientras acariciaba mi cabello, reí, ya sintiéndome mejor─. Tranquila, solo fue eso, una pesadilla.
Sí, solo fue eso.
◑◐
Suspiré mientras acomodaba las carpetas que estaban sobre mi escritorio, había sido un día muy cansado, quería ir a casa, darme una ducha, comer y dormir.
Terminé todo el papeleo necesario, lo guardé y me dispuse a salir del edificio. La noche ya estaba avanzada, quizá ya eran las nueve o diez. Fui hasta el parqueadero, pero paré al ver la oscuridad que había en el lugar, apenas alumbrado por un par de focos amarillos que le daban una aura aún más tenebrosa, solo estaban dos autos aparte del mío y se encontraban muy lejos entre sí. Tomé valor y caminé hacia mi destino ya con las llaves en la mano.