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¿Cómo es posible que un idiota de esa calaña se me haya quedado grabado en la mente?

—Señor Matters está bien para mí —imito su voz haciendo muecas de disgusto —Estúpido...idiota...imbécil —gruño y escucho la carcajada de Jaype, sin evitarlo sonrío, soy una loca total.

—¿Qué sucede guapura? ¿Sigues furiosa con el chocolate chocolatero?

—Pues ese chocolate es el más amaaarrrgo del mundo, lo odio, te juro que lo odio.

—No fue tan malo preciosa, ibas a chocar su auto, un Audi negro y sexy como él, es normal que esté un poco furioso —se sienta en mi mesa y saca el lapicero de mi cabello —¡Guapa! Deja la amargura y ven, te invito un trago donde Juancho —arqueo mi ceja.

—¿Y Juancho es? ¿Tu nueva conquista?— suelta una carcajada.

—Los viejos no me van y no es gay, es el dueño del bar tontita, pero podemos ir y buscar una conquista no me apetece dormir solo esta noche.

—¿Cuantos gays hay en este pequeño pueblo? —le pregunto curiosa, casi nunca repite hombre y sale todos los fines de semana con conquistas.

—No lo sé, aún no los pruebo a todos ¿vamos?

Es lunes, no debería tomar, desde nunca he asimilado bien los tragos, no tengo ese don de beber y beber y mantenerme firme, con unas cuantas cervezas, copas, tragos, shots, lo que sea, me pongo mega ebria y se me vuelan los tapones, pero que se jodan, el señor Matters me puso de mal humor y necesito los malditos tragos.

—Vamos, pero dejaré la moto aquí y me llevas a casa, ¿quedamos? —asiente rodando sus ojos.

Me decido a dejar también la cartera, sólo tomo mi teléfono y las llaves de mi casa, que tanto, estoy dispuesta a pasarla bien aunque sea lunes y me emborrache más rápido que decir maní.

Cerramos bien nuestro pequeño negocio y nos montamos en su auto, un modesto BMW, miro a Jaype y este me sonríe abiertamente antes de prender el motor y llevarnos al dichoso bar de Juancho. Si la primera vez que vi a Jay me dijeran que terminaríamos siendo socios no me lo creería, este loco que va mí lado fue mi profesor de emprendimiento empresarial en la universidad, era tan serio que jamás imaginé que un día se me acercaría y me preguntaría que champú utilizaba para lavar mi cabello y luego de eso me invitara una copa para terminar borrachos, desnudos y confesándonos nuestros secretos más sucios, loco, así somos los dos y por eso somos mejores e inseparables amigos.

—¿Vienes dispuesta a ligar perra? —me dice sacándome de mis locos recuerdos.

—¿De qué carajos hablas? 

—No traes cartera, las mujeres salen sin sus pertenencias cuando quieren beber como albañil y tener sexo ardiente contra un muro ¿vienes dispuesta guapura? —lo miro incrédula y suelto una carcajada ¿de dónde saca esas cosas?

—Estas loquito definitivamente, estoy aquí porque tú mismo me invitaste, al menos que seas tú quien me emborrache y me des sexo ardiente contra el muro —en otro momento su cara de asco me hubiese ofendido, pero ahora sólo río.

—Lo siento Frida, eres guapa y sexy, pero no me van las mujeres desde hace un tiempo, ya lo sabes —aparca el auto en el estacionamiento del bar, que para mi sorpresa está lleno, chasquea los dedos y me dice —:Vamos preciosa, baja tu precioso y prieto culo de mi auto que quiero beber —eso es tan propio de él que me hace sonreír.

No sé porque me sorprende que Jaype conozca a medio bar, el hombre pasa cada fin de semana de fiesta en fiesta como medio pueblo, y yo, a diferencia de lo que la mayoría cree de mí, no soy tan fiestera, prefiero una conversación, unos cuantos cigarros y una sola cerveza, aunque también me encantan estos arrimones de vez en cuando ¿por qué no?

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora