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Por culpa de mi amiga me he tenido que levantar a las seis en punto un sábado. ¿Sabes lo horrible qué es? Es que la niña tuvo nauseas, y quiso que la acompañara al baño a vomitar, la cosita hermosa, como ella lo llama, ya le está dando malestares, por eso tuvo que hacerse la prueba de embarazo y dio en el clavo. Acostadas en mi cama la miro, está puesta bocarriba con ambas manos en su vientre descubierto, su dedo pulgar sube y baja con delicadeza acariciando su piel.

—¿Qué piensas, Gina? —le pregunto, ella voltea a mirarme.

—En mí y mi cosita hermosa —responde —. Voy a irme del pueblo, solo hablaré con mi familia sobre este bebé sin decirle quien es el padre, y cuando esté preparada para enfrentar a Ernesto y todo lo que hubo entre nosotros, volveré.

—¿Estás segura? —Le pregunto. Tomo su mano y entrelazo nuestros dedos.

—No, pero ya sé que perdí Frida, me enamoré estúpidamente y perdí, solo me queda cuidar de mi cosita hermosa, ser una madre estupenda para él, y ya.

—Tú no has perdido nada, Gina —le digo convencida —El que se enamora no pierde, viviste, sentiste, lo diste todo por amor, y ahora, has ganado el más puro amor —Pongo mi otra mano sobre su vientre y ambas sonreímos —Has ganado momentos, conocimientos, experiencias, es Ernesto el que perderá si no lucha por ti.

—¿Crees eso contigo también? —pregunta —Lo digo por Isaac.

—Por supuesto que lo creo —respondo —, con él viví y sentí cosas que no creí que me llegarían a pasar a mí —Sonrío un poco acongojada —Piensa lo mismo con Ernesto amiga, si lo que quieres es seguir adelante, solo toma lo bueno y sigue tu camino.

Sus ojos se llenan de lágrimas, más no las deja salir, solo asiente a mis palabras.

—¿Quieres ser el padre de mi bebé? —me pregunta y ambas reímos —Hablo en serio, Frida.

—Si luego no me vas a pedir que sea tu esposo, entonces sí.

—Por supuesto que no —responde riéndose —Aunque pensándolo bien, haríamos buena pareja...

—Me gustan los penes, y tú no tienes nada de eso —le digo enseguida un poco horrorizada, Gina se ríe, y la acompaño.

—Podría usar un arnés con pene de plástico solo para ti, Fri —Suelto una carcajada al oírla decir aquello. Definitivamente está loca.

—Nada que ver, mejor soy su tía casi papá, y definitivamente para ti, tu mejor amiga.

Hace un tierno mohín, para luego romper en carcajadas. Creo que nos hacía falta esto, estar juntas, riendo, compartiendo, pero sobre todo enfrentando los problemas y no obviándolos como habíamos hecho días atrás. Seguimos conversando por un rato, bajamos a desayunar y luego en las tumbonas tomamos sol.

Y así se nos pasa el resto del día, entre charlas, risas, haciendo cosas loquillas, pero sobre todo asumiendo los líos que tenemos, sin pena Gina dice que está embarazada y todos se alegran, la felicitan y ella sonríe encantada, si tan solo su situación con Ernesto fuese diferente, estoy segura de que todo sería felicidad para ella. Al pensar en ello, mi mente trae a Isaac, no me quiero ni imaginar el lío que va a explotar cuando se entere de todo esto, lo va a tomar pésimo, solo puedo esperar que después de la ira, lo asimile y entienda que su hermana y su amigo están enamorados desde siempre, me gustaría estar a su lado cuando le suelten esta bomba, pero lo veo imposible.

Apenas llega el domingo de nuevo nos paramos temprano por los vómitos, según los cálculos Gina cree tener de dos a dos meses y medio de embarazo, y según mi madre a este tiempo comienzan los malestares, por los acontecimientos, le creemos ciegamente. Desayunamos juntos en familia, pan tostado, mermelada, jugo, café y pastelitos, una delicia, y más cuando lo hago al lado de la gente que amo.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora