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Le voy a decir a Jay para contratar a mi chiquita, qué talentazo se gasta para la decoración, tiene buen gusto y sabe dónde poner cada cosa, porque al final nos decidimos a hacer todo en el jardín, es precioso, mi nana lo cuida de maravilla y es la ocasión perfecta para usarlo, por suerte uno de mis contactos me ha alquilado una mesa grande de veinte personas, sillas y adornos para el jardín. Siempre lo he dicho, el dinero y una linda sonrisa pueden comprar lo que sea, mi hermano paga y yo sonrío, somos un buen equipo.

Emily movida con todo me ayuda a terminar de organizar y luego nos vamos a mi habitación para darnos una ducha y ponernos guapísimas, ella escoge un vestido amarillo con flores blancas y yo le tejo las trenzas en su cabello rubio, un poco de brillo en sus labios y queda increíble. Mi sobrina se viene también a mi habitación para que la ayude a vestirse, está un poco celosa y en el fondo es aceptable, todo mi tiempo se lo dedicaba a ella y ahora con Emily aquí me tiene que compartir. A ella le hago dos trenzas, le coloco brillo y con su vestido rosa con un lazo de decoración le queda fabuloso.

Sola en la habitación me siento en la cama y veo toda la ropa que tengo, a ver qué se podrá poner la hija de dos senadores. Sonrío, hace unos años tras hacerme esa pregunta venían los looks más locos que alguien pudiese imaginar, no quería aparentar ser la hijita perfecta para romperle la cabeza a mis padres, una inmadurez y ahora puedo decir que lo veo tal cual es. Decida a verme, linda y sexy y estando cómoda tomo un vestido negro de corte sencillo y que me llega justo a mitad de muslo, la falda tiene un volado encantador y cuando lo combino con unas botas Jordan negras con rojo, fenomenal. A mi cabello platinado le hago unas bonitas ondas y el maquillaje un delineado negro en mis ojos y mis labios rojo mate. Me sonrío al espejo al verme y sentirme hermosa, para luego salir de mi habitación.

—¡Qué guapa mocosa! —Sonrío y lo beso en la mejilla.

—Gracias hermanito, también estás encantador.

Nos tomamos de la mano y juntos bajamos al jardín, por lo visto mis padres no han llegado, muy temprano se fueron por temas de trabajo y aunque mamá se aseguró de traerlo a la hora ya van quince minutos de retraso. En la espera decido a marcarle a mi precioso gruñón, pero nada que contesta, supongo que ya habrá iniciado con la reunión que tenía, le dejo un mensaje para que me marque en cuanto pueda e igualmente no recibo respuesta.

Media hora de retraso y nada, los padres de mi cuñada ya están aquí, y todos estamos muertos de hambre, por los menos los aperitivos que encargamos y las copas de vino nos han mantenido activos. Pero al cabo de diez minutos más llegan mis papás. Encantada me tiro en los brazos del cumpleañero, lo beso, lo abrazo, lo felicito y le digo cuanto lo quiero. Todos los presentes me siguen, incluso mi pequeña, un poco apenada le da un beso a mi papá en su mejilla y le dice en susurro feliz cumpleaños.

—Bien, ya que estamos todos aquí podemos pasar a la mesa para tomar el almuerzo.

Todos asienten encantados y porque sinceramente debíamos haber comido hace más de media hora, pero mi hermano a diferencia de todos niega con su cabeza y dice:

—Falta un invitado más, tuvo un retraso, pero en cinco minutos está aquí.

Gruño de rabia y mi estómago de hambre, ese debe ser su socio que me cae de un mal, pero bueno toca esperarlo. Los ayudantes de cocina se encargan de rellenar nuestras copas y atendernos con otros aperitivos, mi padre me mira sonriente y sé que le ha gustado todo, eso me pone dichosa, me acercó a él y beso su mejilla.

—Espero que te haya gustado papá.

Asiente y antes de responder alguien más habla a todos.

—Buenas tardes, espero no haber llegado tan tarde.

Mi corazón se paraliza y me volteo a mirar al dueño de esa ronca voz, al igual que todos en el jardín. Sonrío al verlo tan guapo y él me sonríe a mí. Siento que todo se paraliza, sólo estamos él y yo aquí mirándonos como dos tontos.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora