Lucile, Lucile, Lucile. ¿Para qué coños regresaste?
Llevo las manos a mi rostro, estoy lleno de frustración, y miles de malditos sentimientos demás. Causaste un desastre cuando te fuiste, y ahora que regresas vuelves a destrozarme la vida, a mí, a Emily, y a mi hermosa Frida. Cuando creí que todo estaba bien, se volvió una real mierda. Miro mi reloj por enésima vez, y las manecillas están sobre las siete en punto, desde que regresó Lucile, no muero por ir a casa, más bien deseo que el tiempo pase lento, o al menos que me sea suficiente para ordenar mis sentimientos y pensamientos antes de llegar a casa, pero ni uno, ni lo otro.
Aún me cuesta creer que haya vuelto, justo ahora que tenía su capítulo cerrado, o al menos eso creía yo. Verla ha despertado cosas en mí que no puedo identificar, es mi esposa después de todo, compartimos tantas cosas en el pasado desde jóvenes, yo la hice mujer, nos casamos, tuvimos una hija, son tantas, pero tantas cosas, que no puedo taparlo con un dedo y creer que todo está bien, Lucile representa cosas importantes en mi vida que jamás podré olvidar, su vuelta ha revivido todo esto y no sé qué hacer.
Tampoco puedo dejar de pensar en mi Frida, mi loca, sexy y hermosa motociclista, como la extraño, a cada momento, pero sobre todo su hermosa sonrisa al despertar, su hermoso cabello platinado alborotado, su cuerpo lleno de vida y color, lo cálida que se sentía mi casa con su presencia... Toda ella realmente, todo lo que ella me hacía sentir, toda mi Frida, maldita sea, la amo y la extraño como nunca antes. Los recuerdos con ella también me atrapan, de día, de noche, en sueños, siempre me consigo pensando en ella, no dudo de lo que siento por ella, pero tampoco planeo lastimarla con mis dudas con respecto a Lucy.
Mi único motivo por el que he aceptado la separación con Frida es ese, no quiero hacerle daño, no quiero que piense que no la amo, y mucho menos que crea que ella no es mi felicidad. Frida es mi todo, para mí y más para Emily, ella nos devolvió la vida, la sonrisa, y eso es algo que ni en millón de años Lucile podrá borrar.
Sacudo mi cabeza alejando cada pensamiento con respecto a ese par de mujeres, necesito salir de esta oficina, tomar aire, conversar, lo que sea, menos estar callado con la mente a todo volumen, me voy a volver loco si sigo de este modo. Recojo el desorden de mi escritorio, tomo mi chaqueta y estoy listo para ir, Emily ha pasado el día entero con Lucile y quiero saber cómo ha terminado eso.
Llegar a casa me toma un cuarto de hora y apenas abro la puerta mi amigo Rocco me recibe, sonrío acariciando su cabeza peluda mientras nos dirigimos adentro. Al dejar mi chaqueta en el perchero lo oigo gruñir, se tensa furioso y su pelaje se eriza.
—¿Qué pasa amigo? —le pregunto, y sin dejar de gruñir aspira la chaqueta de Lucile. Sonrío —¿No te agrada Lucy? —sigue gruñendo cada vez fuerte sin importar que lo acaricie —Ya veo que no. Sé que extrañas a Frida, lo veo en tus ojos, y mira nunca que pensé que la mirada de un perro pudiese reflejar ese tipo de sentimientos.
Sin dejar de acariciarlo me voy con el hasta el sofá, masajeo su pelaje como lo hacía Frida, lo empiezo a sentir cada vez más relajado e incluso somnoliento, hasta que unos pasos se escuchan bajando por la escalera, sé que es Lucile porque mi amigo Rocco vuelve a tensarse, ya quedó claro que no le gusta la presencia de ella en esta casa, y para reafirmar mi pensamiento, le ladra en cuanto ella aparece.
Trago grueso al verla. ¡Santo Dios!
Desde siempre Lucile ha tenido un cuerpo precioso, su forma de reloj de arena siempre me sedujo, pechos grandes, cintura pequeña, vientre aplanado y unas hermosas y prominentes caderas. Y ahora que lo adorna con un diminuto baby doll color piel transparente, y una tanga del mismo color, confirmo lo que llevaba años sin recordar, su hermosa figura.
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¿Qué diablos, Frida?
RomanceLa historia de amor entre una chica extrovertida y un padre soltero y amargado. ¿Qué diablos Frida? Fue lo que dijeron todos al saber que me mudaba, dejaba la gran metrópolis para empezar mi vida en un pequeño, pero acogedor pueblo, ya no quería ser...