Un día, ¡a un diíta de la fiesta de mi pequeña! Estamos que no nos aguantamos de un pie, la emoción nos puede a todos, incluidos los chicos de la oficina, tanto es, que Jay se encargará estos días del trabajo para que yo me ocupe solo de Emily, y siguiendo con lo pedido hoy tenemos cita con el peluquero, mi amigo Jhonny ha venido especialmente de la ciudad para aplicarnos tratamientos en el cabello, alisarlos y cortarlos, mi pequeña está encantada con la idea y yo más aún, el cabello rubio ya se me ve, necesito que vuelva a teñirlo y dejarlo fabuloso.
La cita es para ya, Jhonny me está esperando en el terminal de autobuses para que lo busque y nosotras lo hacemos, nada más y nada menos que, en el audi de mi bebé, sí, Isaac Matters, el tipo más gruñón que conozco me ha prestado su auto para poder viajar todos cómodos, era eso o ir los tres en la moto, bueno también podíamos ir en taxi, pero la verdad es que me moría por manejar este bebé y con tan solo pedírselo lo ha aceptado, así de fácil, sin duda me quiere mucho.
—¡Mamá! Acelera que pareces un caracol —me dice Emily cruzándose de brazos.
Sonrío y le hago caso, pero solo un poco, hoy mi segundo nombre es prudencia, después de Emily este carro es lo que Isaac más adora, y sé que me mataría si le causo un sólo rayón.
Llegamos a la entrada y enseguida veo a mi amigo, me estaciono y ambas nos bajamos del auto, apenas nos ve, corre encantado hasta nosotras y nos besuquea, Emily también lo conoce por videollamada, le ha dicho ella misma lo que quiere en su cabello, yo solo espero que su padre no me mate por permitir lo que pasará en unos instantes. Dejando los amoríos de lado volvemos al auto y esta vez los dos me reclaman por ir tan lento, dejándome llevar por ellos subo la velocidad, después de todo es un audi y hay que dejarlo correr, en poco llegamos a casa y empieza la acción.
Mi amigo trabaja en ambas cabelleras, nos lava, nos coloca tratamientos para suavizarlos y darle brillo, mientras esperamos picamos pequeños pasapalos y hablamos de todo, me pongo al corriente con él quien me cuenta uno que otro chisme de la gente con quien solía andar. Sigue con su trabajo tiñéndome el cabello y aplicándome mi tinte platinado, por pedido de mi pequeña me hago unas mechas californianas moradas temporales, el resultado final me encanta y se lo hago saber a Jhonny besuqueándolo y abrazándolo.
Ahora es el turno de Emily, estoy seguro de que Isaac me regañará hasta el cansancio, pero la cría me lo pidió tanto que no pude negar, además de que amigo me aseguro de que todo sería natural, temporal, y seguro, veo como prepara la crema, y dentro de poco más se la coloca, su hermoso cabello rubio cambia de color, ahora tiene todo el cabello rosa, pienso en Lavagirl y sonrío, Isaac va a matarme, pero sé que habrá valido la pena porque la sonrisa de Emily es enorme, sus hermosos ojos brillan y me encanto un poco más. Se lo dejan por una buena cantidad de minutos y cuando le lavan la cabeza grito de alegría.
¡Se ve estupenda!
Como su cabello es rubio el tono rosa le ha agarrado de maravilla, su grito al verse en el espejo casi nos deja sordos, para completar su look le pasa el secador a baja potencia haciendo que sus puntas agarren unas bonitas ondas. Al terminar abraza a Jhonny encantada y yo a ellos, mi amigo nos ha dejado fabulosas.
—¡Me encanta Jhonny! ¡Te has pasado de increíble! —le digo abrazándolo.
—No ha sido nada, y deja de preocuparte por la coloración de Emi, solo es acondicionador y colorante vegetal, con cada lavada se le ira cayendo y recuperará su tono natural.
—Lo capto —respondo, veo a Emily embelesada con su imagen en el espejo y sonrío —Debería grabarte y enseñársela a su papá antes de que me mate y tire mi cuerpo al mar.
Mi amigo se ríe y niega de inmediato.
—Eso no pasará, las dos han quedado fabulosas, tu esposo quedará encantado.
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¿Qué diablos, Frida?
RomanceLa historia de amor entre una chica extrovertida y un padre soltero y amargado. ¿Qué diablos Frida? Fue lo que dijeron todos al saber que me mudaba, dejaba la gran metrópolis para empezar mi vida en un pequeño, pero acogedor pueblo, ya no quería ser...