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Estoy agotada, realmente agotada. Faltan oficialmente cinco días para el evento de Isaac y me mantengo trabajando a toda mecha, quiero que todo saliera perfectamente, mi chocolatero favorito ha dejado todas las responsabilidades en mis hombros y no está en mis planes defraudarlo.

A eso de las ocho cerramos el negocio, de una vez me vine a casa en mi adorada Fridamóvil, quería comer una pasta con salsa, tomar una ducha con agua caliente y dormir hasta mañana, pero apenas apagué el motor al llegar y me bajé de la moto me provocó algo más, fumarme un cigarrillo.

—¡Ohhh si! Me lo fumaré.

Saco un cigarro de mi cartera, lo enciendo y mientras doy la primera calada me siento en la acera frente a mi casa. Pequeños placeres de la vida, el cigarro se va consumiendo de calada en calada, lo hago lento y me voy disfrutando la sensación en mi garganta, en mi cuerpo entero. Estoy en pleno estado de relajación, cierro mis ojitos continuando con mi vicio, doy otra calada más pero esta vez las luces de un carro me ciegan.

Sonrío. El precioso audi negro se estaciona frente a mí y segundos después veo a Isaac salir del auto.

—Hola bebé —le susurro haciéndolo sonreír.

—Me gusta cuando me llamas bebé —Se arrodilla frente a mí y deja un beso en mis labios.

—No dijiste que venías.

—Tenía ganas de verte y ese maldito fin de semana de chicas me dejó sin ti dos días.

Doy una última calada para desechar el filtro del cigarro, Isaac me mira serio diciéndome así por enésima vez que no le gusta que lo haga, lo ignoro hasta que he expulsado el humo y es en este momento que me permito besar sus labios nuevamente.

—También tenía ganas de verte guapo —Llevo mi mano a su cabello para acariciarlo —¿Y la hermosa Emily?

Sonríe con un hermoso brillo en sus ojos. Me encanta saber de Emily, pero más me gusta ver ese brillo en sus ojos cuando pregunto por ella.

—Esta bien, en casa con mi madre.

—¿Está esperándote? —Asiente lentamente —¿Tienes tiempo suficiente para hacerme tuya?

—Siempre tengo tiempo para hacerte mía las veces que quieras Frida.

No digo nada más, no puedo, sus labios cubren los míos besándome deliciosamente, enrollo mis brazos alrededor de su cuello profundizando esa unión que ya me tiene loca de excitación, Isaac toma mis muslos en sus manos para levantarme del suelo, no se olvida de mi cartera y la toma también, me lleva hasta puerta donde sus besos siguen por mi cuello mientras trato de encontrar las llaves de mi dulce hogar.

—¡Oye! —Lo detengo mientras sonrío —déjame buscar las llaves, bebé o terminaremos follando contra la puerta.

—¿De nuevo? —pregunta mirándome intensamente.

—Quiero empezar de una vez en la cama señor Matters —Suelto un chillido cuando muerde mi hombro.

Encuentro por fin las llaves. Entramos a mi casa entre besos a la vez que Isaac me lleva directamente en la habitación, sin pensarlo dos veces me zumba a la cama y él sobre mí para continuar besándome, lo hace con tal deleite que me pone ansiosa hasta el punto de querer romper la ropa a tirones para sentirlo completamente.

Isaac presintiendo lo que necesito empieza a desnudarme, saca mi camisa, saca mi pantalón, dejándome ropa interior, agradezco que este sea uno sencillo y barato, pues el hombre tras dedicarme una sonrisa lobuna rompe mi acostumbrador de encaje para llevar mis pechos a su boca. Chupa mi delicado pezón perforado hasta dejarlo erecto, en el proceso gimo arqueándome para él y disfrutando de sus caricias.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora