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¡Wow! Toda la decoración del evento quedó malditamente increíble.

Siento en mi pecho esa punzada que no es de dolor sino de orgullo. Orgullosa de mí misma y de lo que he hecho. Bueno eso es exactamente lo que siento al ver la fiesta de mi amargado favorito totalmente lista. Fue un trabajo bastante difícil que sin la ayuda de la maravillosa Janneth y mi loco Jay no hubiese podido completar.

Pero lo hicimos y quedó de lujo.

En la entrada del establo colocamos un póster inmenso de bienvenida con información básica de la chocolatera, y lo acompañamos con una decoración sencilla de flores blancas. Adentro era otro cantar, como todo el establo era sumamente oscuro pusimos luces grandes cruzadas por el techo dándole una bonita iluminación en conjunto con la luz natural que se colaba al tener las puertas abiertas, al fondo había una mesa con todo tipo de degustaciones, bebidas y sobre todo pequeñas muestras de los productos de la chocolatería, desde bombones hasta barras de chocolates, que Dios, sabían delicioso. Mesas para los invitados especiales decoradas con manteles blancos y beige. Pero lo más llamativo de todo era la exposición en la otra sala de la chocolatera y los nuevos productos, eso había quedado de muerte.

Doy una vuelta admirando el trabajo y sonrío emocionada.

—Quedó fabuloso —Doy un brinco por el susto ya que él no estaba aquí, pero luego sonrío.

—¿Le gusta señor Matters? —Me volteo y miro sus hermosos ojos color chocolate.

—Esta increíble Frida, me gusta como ha quedado todo, justo como lo que tenía en mente —Aplaudo de alegría y eso lo hace sonreír —Gracias.

—Ha sido un placer para mí, señor —le digo coqueta.

—Para mi sería un placer darte un beso en este mismo momento pequeña —Da un paso al frente y siento que me acaloro.

Pone una mano en mi cintura y con las yemas de sus dedos estruja mi piel. Benditos crop top que te dejan media panza afuera. No sé como lo hace pero este hombre me pone frenética con solo tocar mi piel, es más con una sola mirada me pone loca.

—Ven —Lo tomo de la mano sin importarme que aún estén los chicos de mantenimiento, Janneth o mi adorado socio merodeando por el establo.

Lo llevo a uno de los cuartos donde guardamos los demás alimentos que vamos a poner en la mesa, cierro la puerta y sin necesidad de que le diga algo él mismo me toma por las mejillas con ambas manos y me da un besote en los labios, es hambriento, es salvaje, es delicioso, y Dios su lengua me penetra, me hace gemir, me pone loca.

Después de lo que parece ser una eternidad dejamos de besarnos, pegamos nuestras frentes mientras tratamos de recuperar el aliento. Miro sus ojos y sonrío emocionada, me encanta cuando me besa con tal pasión que necesito un par de segundos para recobrar la noción del tiempo, la conciencia y que mis piernas dejen de temblar. Si soy sincera me encanta todo de este hombre, tanto que me da miedo.

—Frida —murmura y yo solo puedo mirar sus ojos —. No sé que haces, pero me vuelves loco.

Sonrío. También le gusto, lo sé, no hace falta que me lo diga porque lo veo en sus ojos. Pero también estoy consciente de que hay miedo en ellos, que se cierra y se niega a creer en lo que empieza a sentir por mí, y no lo juzgo, yo estoy en la misma situación.

—Por ahora —le digo —. Solo estoy besándote.

Vuelvo a tomar su nuca y vuelvo a besar sus labios. Con la misma intensidad que él, con la misma pasión que él, esa que me vuelve loca y a él también. Sus manos van a mi trasero, lo aprieta con tal fuerza que no puedo más que jadear y dejar que su lengua cause estragos en mi cuerpo.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora