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Aún no entiendo porqué esta niña me quiere tanto, no lo digo por mal, pero solo nos hemos visto dos veces y ella quedó prendada de mí y sinceramente yo también de ella. La tomo en mis brazos; vaya que si es pesada; para darle un beso en la mejilla.

—¿Cómo estás preciosa? —le pregunto dejándola en el suelo.

—Bien, ¿por qué aceptaste la invitación de mi tía Gina y la mía no? —Joder. Que niñita más astuta.
—Te dije que tenía que trabajar, pero no se dio y por eso vine —miento sintiéndome mal al instante, pero la pequeña Emily solo me sonríe.

—¿Le dirás cobarde a mi papá hoy? —pregunta haciendo gestos de niña mala y yo río.

—Emily tu papá te va a regañar si te escucha —la reprende Gina. Emily hace un mohín.

—¿Tus padres están aquí? —mi voz sale temblorosa.

Ella asiente rápidamente y yo siento que se me baja la tensión, no voy a quedarme aquí más cinco minutos, apenas termine de saludar le mando un mensaje a Jaype para que me llame e inventar una excusa para irme. Esto es el malvado karma pasándome factura.

—Sigamos al jardín ahí está mi madre —me dice Gina —No te parece como el mundo es tan chico, primero chocaste a mi hermano, luego viste a mi mamá en la cafetería y luego nos conocimos en la lavandería, ¿qué loco verdad?

¿Su mamá en la cafetería? ¿Está loca? Yo no conozco a su madre.

Pero todo hace clic en mi cabeza al ver la supuesta esposa de Isaac. Genoveva.

—Hola linda ¿cómo estás? —me dice dándome un beso en la mejilla. Como soy loca no lo evito y empiezo a reír. Que tonta he sido.

—Ella es mi madre Frida —habla Gina orgullosa. Su ceño se frunce al verme reír —¿Qué te causa gracia?

—Es que en la cafetería yo he creído que tu madre y el señor Matters eran pareja, no madre e hijo —Emily suelta una risita escuchando mis loqueras.

—¿Por qué has creído eso hija? —me pregunta con una sonrisa.

La conciencia sucia que tenía esa mañana, ¿qué más?

—Emily le dijo mamá, yo creí que... —las palabras se me atoran en la garganta y me ahogo al ver al amargado, estirado, odioso y sexy señor Matters salir del rosal sin camisa, sudado y con unos guantes de jardinero en las manos.

Me mira. Lo miro. Nos miramos. Nos comemos con los ojos. Nadie dice nada.

—¿Frida? —dice confundido. Sonríe rápidamente para que luego su gesto se torne frívolo nuevamente.

—Hola señor Matters ¿cómo está? —susurro. Mi cuerpo entero quema, se que me he puesto roja, al menos las mejillas y el cuello. ¡Qué horror!

—Dile cobarde a papá Frida —me susurra Emily codeándome. Sonrío diciéndole que no con la cabeza.

—¿No te parece una linda casualidad hermanito? Casi chocan, luego Emily y mamá se la encuentran en la cafetería y ayer Frida y yo nos conocimos en la lavandería, nos hicimos amigas al instante —él asiente y se marcha —No le pares, él siempre es así de ácido —sonrío. Eso si que ya lo sé.

—Dejame buscar limonadas para todos, acompañame Emily —me quedo sola con Gina y ella me invita a sentarme en una tumbona con ella. Donde estoy puedo ver perfectamente a Isaac.

No sé que hice mal, pero sea lo que sea lo estoy pagando.

Isaac agarra una botella de agua y bebe grandes sorbos de agua, su manzana se mueve deliciosamente invitándome a besar su cuello. Es un pecado de hombre. El agua que queda se la echa en el torso y mi boca se abre, las gotas corren por su piel, me siento sedienta, quiero lamerlo todo. ¡Santa mierda!

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora