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¡Fabuloso! Así se resume mi fin de semana con mi familia. El domigo por la mañana ha llegado Jaype a la casa, su alegría se nos ha contageado a todos, y nos hemos reído hasta el cansancio cuando contó lo divino que la pasó con su bombón, todo eso delante de mi padre, quien solo se tapaba la cara y bufaba ante cada comentario obseno que emitía mi amigo, aunque yo sé que en el fondo le causaba gracia, el adora a Jay y cada una de sus locuras. Y así como el día anterior, el domingo se va, dándole paso a nuevo día.

Un lunes que comienza tan movido como una lombriz, tenemos trabajo, estamos buscando personalmente unos encargos aquí mismo en la cuidad, para un evento que llevaremos a cabo este jueves, eso nos toma tiempo, muchísimo tiempo, pero al tener todo resuelto, nos vamos y llegamos justos al pueblo.

Cumplo mi promesa y a las tres en punto estoy afuera en la puerta del colegio de mi hermosa, las manos me sudan muerta de nervios, estoy ansiosa de verla, la verdad me ha hecho mucho falta estos días, y cuando la veo salir, correr hacía mí y tenerla en mis brazos la apapacho con tanto gusto que muero de amor.

-¡Mamá! ¡Te he echado de menos! -Beso su mejilla y sonrío.

-También te eché de menos, preciosa -Me levanto y empezamos a andar -¿Lista para comer helados?

-Lista -contesta risueña.

Como a cien metros hay una heladería que según Gina venden helados increíbles, nos metemos allí y pedimos un par de copas de helado de tres sabores, chispas de colores, sirope de chocolate y unos rollitos de galleta rellenos de chocolate, una delicia de dulce. Entre risas, charla y chismes no los comemos todo.

-Te tengo que llevar a casa de tu abuela, tu padre me lo ha dicho, ¿tomamos un taxi?

Asiente tranquila y me sorprendo. La verdad es que pensé que no le agradaría la idea, que me pediría un cambio de planes o algo parecido, pero nada, sonríe tranquila y aunque no niego que me duele, me enorgullece de ella, que cumpla lo que su padre diga sin dar lucha, es una virtud a su edad.

En pocos minutos conseguimos un taxi y en menos de eso nos deja en casa de Genoveva, le pago al taxista y le digo que me espere para que me deje en mi casa, quiero descansar. Toco la puerta y me sorprendo al ver a Isaac, él nos recibe y me da un beso en los labios para luego saludar a su pequeña.

-Dile al taxi que no lo necesitaras -me dice sin más.

Y contrariada, hago lo que pide.

-¿Qué haces aquí? Creí que estabas trabajando -Seguimos adentro y antes de que pueda recibir una respuesta mi león salvaje me besa los labios.

Sus manos toman mi cintura y me pega contra su cuerpo, si, así sin anestesia, me besa con deleite delante de su madre, su hermana y su hija, yo me sorprendo, pero dentro de toda esta locura le contesto el beso. Creo que esta es su manera, bastante directa de hecho, de decirle a las chicas que salimos.

Nos separamos y aunque me encanta que me bese de esa forma, tengo la expresión de sorpresa escrita en todo mi rostro. Con una confianza que enamora me guiña un ojo y me toma de la cintura, pega mi espalda a su pecho obligándome a encarar a su familia.

-¡Hola! ¿Qué tal van chicas? -saludo tartamudeando.

-Todo maravilloso -responde Genoveva.

Gina no dice nada, su cara de sorpresa es tan, pero tan chistosa que me hace reír.

-Siento que hayan visto este beso tan intimo -dice Isaac y se me cae la sonrisa -Pero es que he extrañado a mi pequeña como un loco -Besa mi mejilla haciéndome sonrojar.

-No entiendo -dice Gina, quiere sonreír, pero la sorpresa no la deja.

-No es tan difícil hermana -le dice mi loco -Frida y yo nos queremos y hemos decido intentarlo.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora