¡Joder mi cuerpo duele!
Escucho la puerta de mi casa sonar pero no puedo moverme, el sueño y el dolor me lo impiden por completo, me estiro un poco y todo me cruje al dormir tan mal, al final logro abrir los ojos para encontrarme el encantador rostro de Isaac. Sonrío y paso mi dedo con delicadeza en la comisura de sus labios.
—¡Qué fuerte Dioooos! —susurra Gina y volteo exorcizada. Sonríe con sorna y siento que mis mejillas arden.
—¿Buenos días? —le digo tímida.
—¿Durmieron aquí? —pregunta con la misma expresión, yo sin ganas de mentir asiento.
—¡Qué fuerte! ¡QUÉ FUERTEE! —Grita lo último haciendo que su hermano se despierte asustado, gire y yo sobre él...
¡Plum! Al suelo. ¡Jodeeer!
—¿Frida? ¿Gina? —murmura medio dormido, gira un poco más y al verme en el suelo sus ojos se abren de impresión, tiro de él y cae también al piso sobre mi pequeño cuerpo.
Dios que si pesa este hombre. Antes de que diga algo más y despierte decido besar su boca. ¡Joder no me he lavado los dientes! Debo tener el aliento con sabor a dinosaurios, pero no me importa y por lo visto a él tampoco, me devuelve el beso deliciosamente mientras le hago señas a la tontorrona de Gina que se ha quedado pegada viendo nuestro espectáculo matutino.
—Buenos días bebé —le digo al separar nuestras bocas.
—Buenos días preciosa.
Deja un beso en mis labios y nos levanta a ambos, como soy una plumilla me toma en sus brazos y volvemos al mueble, esta vez se sienta dejándome a horcajadas sobre él.
—Pensé que anoche habías dicho un rato —Asiente sonriendo.
—Te quedaste dormida, no quise despertarte y terminé durmiéndome yo también. Lo siento —Sin importarme vuelvo a dejar un beso en su labios —¿Gina estaba aquí? ¿Nos vio?
—¿Gina tu hermana? No para nada, ella está dormida —miento haciendo muecas.
—Puedo jurar que la escuché gritar, eso fue lo que me despertó.
—Para nada, ella no ha estado por aquí ¿Quieres un café?
—Eso sería maravilloso ¿me permites tu baño? —Asiento y me voy hasta la habitación.
Gina ya tiene puesta su pijama y esta muy sonriente viendo su teléfono, no hay que ser un genio para saber lo que hizo en todo la noche, esa sonrisa de sexo exquisitamente bueno que he tenido; delata a cualquiera. Me fijo en las niñas y están perfectamente rendidas, le pido, no, le ruego a Dios que no se hayan levantado en la noche o se hayan percatado de mi falta en la habitación. Vuelvo a mirar a Gina y acercándome hasta ella la tomo del brazo y la meto en el baño.
—¿Cómo te fue?
—¡Ufff! ¡Qué te digo! —Sonríe y el brillo en su mirada me lo dice todo.
—Nada tontita, tu hermano casi se da cuenta de que acabas de llegar. Lo siento él no debía estar aquí —Mi amiga me da un fuerte abrazo sin dejar de sonreír, cosa que me empieza a preocupar ¿No se le entumecen las mejillas? Creo que no.
—Tranquila. Casi me da un infarto al ver su auto afuera, creí que se había dado cuenta de todo y que me quería matar, pero al verlos así juntitos y abrazaditos ha sido de lo mejor.
—Anoche vino y nos quedamos dormidos en el sofá.
—¿Tienen algo? —pregunta entusiasmada.
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¿Qué diablos, Frida?
RomanceLa historia de amor entre una chica extrovertida y un padre soltero y amargado. ¿Qué diablos Frida? Fue lo que dijeron todos al saber que me mudaba, dejaba la gran metrópolis para empezar mi vida en un pequeño, pero acogedor pueblo, ya no quería ser...