No me hace falta deshojar margaritas, Isaac me quiere, me quiere tanto y me lo dice con besitos tiernos en mi boca. Quien diría que mi león salvaje, mi amargado favorito, fuese todo un meloso, no le importa si mi pequeña esta aquí viéndonos, me dice cosas hermosas, me besa y me abraza, Emily se ríe, como dice ella le encanta que seamos novios y a pesar de que no lo somos, ninguno de los dos la saca de su error.
Y como todo lo bueno es efímero, me tengo que ir. Tengo el corazón dividido, muero por ver a mi familia, pero también muero por quedarme aquí, disfrutando de mis dos amores. Pero no me quedo, sigo con mis planes, ya le había dado mi palabra a mis padres y la verdad es que ellos también mueren por verme y me tienen menos tiempo que mis bebés, Emily e Isaac.
Le doy un beso en los labios a mi león salvaje por enésima vez y él me abraza con más fuerza.
-Llámame cuando llegues, y para lo que quieras, estaremos al pendiente del teléfono -me dice Isaac.
-Si cariño, lo haré -lo beso de nuevo y me agacho para abrazar a mi pequeña -Nos vemos el lunes, chiquita, te buscaré en la escuela y comeremos helado, ¿te gustaría?
Asiente con pena enrollando sus bracitos alrededor de mi cuello.
-Me gustaría más que te quedaras, ma... Frida -Sus ojos se abren y ambas reímos.
Por suerte Jay e Isaac conversan un poco alejados y no están pendiente de nosotras, me dice mamá en el oído y le doy un beso en la mejilla, muchos a a decir verdad hasta escuchar su hermosa risa.
-Ahora si guapa, mueve tu hermosa cola que llegaremos tarde -me dice Jay, se despide de mi pequeña y se sube a su auto.
Esta vez sonrío y les digo adiós con la mano, basta de despedirse tanto que solo me voy por dos días y medio, aunque nos extrañaremos como locos, esto es puro drama, parece una novela mexicana de esas bien intensas que lloras de principio a fin. Me subo al auto y Jay arranca, por el retrovisor los veo hasta que estamos tan lejos que parecen unos puntos en el espejo.
-Siento que te estoy secuestrando o llevando a la fuerza -me dice Jay haciéndome reír -Lo tuyo con el chocolate chocolatero va subiendo como la espuma ¿no?
-Si -respondo más que emocionada -Es una locura Jay, pero me encanta lo que tenemos, me encanta él, y Emily es mi adoración, la quiero tanto.
Mi guapo amigo toma mi mano y le da un suave apretón.
-Lo sé, lo veo, y me encanta verte feliz, te lo mereces guapa.
Sonrío encantada por sus palabras y se las agradezco. La verdad es que estoy feliz, enamorada de la vida, suelto lindos corazoncitos por todos lados, estoy hecha de puro amor, pero es que creí que escuchar un te quiero de mi león salvaje solo pasaría en sueños, pero anoche teniéndolo debajo de mí, con sus hermosos ojazos marrones mirándome con amor, sus sexys labios abriéndose y cerrándose diciendo te quiero, oh Dios, ha sido de lo mejor, es que tan solo con recordarlo se me eriza la piel y el corazón se me salta de puro amor, me late desbocado.
¡Ay mierda! Estoy hasta las trancas de amor por él, estoy tragadísima y me encanta.
Suelto una carcajada y me recuesto en el asiento, el amor nos vuelve locos, pero el triple de felices. Jay se ríe de mí, pero no me importa, yo solo me acomodo en el asiento y me quedo dormida, porque eso si, mi león salvaje no me dejó dormir en toda la noche.
Pasan un par de horas cuando mi amigo me zarandea por el hombro, apenas abro mis ojitos me consigo con la verja de la mansión Canning, me invade la emoción al estar a pocos pasos de la gente que amo.
-Gracias por traerme guapo, ¿quieres entrar? -pregunto con una sonrisa.
-Tengo una cita con un bombón dentro de poco, así que lindura, baja tu preciso culo de mi auto que llevo prisa.
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¿Qué diablos, Frida?
RomanceLa historia de amor entre una chica extrovertida y un padre soltero y amargado. ¿Qué diablos Frida? Fue lo que dijeron todos al saber que me mudaba, dejaba la gran metrópolis para empezar mi vida en un pequeño, pero acogedor pueblo, ya no quería ser...