Me parto de risa al ver la foto que me ha mandado Isaac, efectivamente se hizo la temida manicura, sus enorme manos con las uñas perfectamente limadas y una capa de brillo en ellas, por mucho que él se queje sus manos se veían sexys y sin perder su toque varonil. Diga lo que él diga, a mí me gustan.Dejo el teléfono en la mesa y abro la puerta al escuchar que la tocan, al hacerlo veo a mi amiga Gina con una hermosa sonrisa.
—Hola guapa —le digo dándole un beso en su mejilla.
—Hola, Hola. He traído los cigarros que me has encargado —Lanza las dos cajas en la mesa y sonrío —. Como dice mi hermanito para fumar como putas.
—Tu hermano es un amargadito.
—¡Uff! Que ya lo sé.Reímos a la vez y nos perdemos en una loca charla.
Nos ponemos manos a la obra para armar nuestra noche de chicas, preparamos las mini pizzas en el microondas, cortamos los pedacitos de limón y la sal para beber tequila, colocamos música, llevamos todo a la alfombra que he puesto en medio de la sala y las dos nos tiramos ahí.
La primera ronda de tequila, nos hace arrugar el entrecejo, es fuerte y delicioso, y nos hace reír.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunto a Gina, ella da un sorbo a su cerveza y sonríe.
—Bien —Ríe —Tengo veintinueve ¿y tú?
—Veintisiete —le respondo tras beber de mi cerveza.
—¡Wow! Mi hermano te lleva cinco, me gusta. Ernesto me lleva tres —Eso ultimo me sorprende, deseosa de preguntar abro mi boca, pero Gina pone un dedo en ella —Aun es muy temprano para las confesiones, tomemos un poco más de tequila guapa.
Al escucharla río, e imposible de callarme le digo:
—Pero que no sean muchas porque me pongo ebria rápido y termino olvidando lo que nos dijimos esta noche.
Eso nos hace reír y creo que ya nos está pegando el alcohol.
Nos tomamos, la segunda, la tercera y de allí pierdo la cuenta de las rondas de tequila, realmente hasta de las cervezas, comemos pizza y los demás aperitivos charlando de cosas absurdas. Gina me cuenta de su infancia, lo hermoso que fue criarse en el pueblo junto a sus padres y hermanos. Me dice que el carácter de Isaac ha sido igual desde siempre, ¡amargado!, eso nos hace reír hasta que me cuenta que se ha ido amargando más desde la partida de Lucile, y que ella no es plenamente feliz desde que su padre murió.
Animada por lo que me cuenta le hablo de mí, la fantástica relación que tengo con mi hermano y mi sobrina, lo maravillosos que son mis padres a pesar de sus múltiples ausencias por lo complicado de su trabajo. Por esto odio la política y lo que ella conlleva, la siento culpable de no poder disfrutar plenamente de mis padres en mi niñez y también por ilusionarme con hombres que no sentían nada por mí y solo buscaban el apoyo político de mis padres.
Nos abrazamos como dos tontorronas y concluimos que, a pesar de los problemas tenemos maravillosas familias que nos aman. Es verdad.—Quiero conocer a tu familia Frida y después de ver el bombonazo de tu hermano, mucho más.
—¡So, cálmate! Mi hermano está casado y mi cuñada es súper increíble.
—Solo por el hecho de que tu cuñada es increíble, lo dejaré pasar. Porque si Lucile estuviera aquí, créeme que te animaría a que te acostaras con mi hermano simplemente porque ella es una perra total.
Me río ante sus palabras y animada por el alcohol, le pregunto:
—¿Por qué la odias tanto? Hace unos días la vi en foto y me parecía bien, buena gente ya sabes.
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¿Qué diablos, Frida?
RomanceLa historia de amor entre una chica extrovertida y un padre soltero y amargado. ¿Qué diablos Frida? Fue lo que dijeron todos al saber que me mudaba, dejaba la gran metrópolis para empezar mi vida en un pequeño, pero acogedor pueblo, ya no quería ser...