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Lo acepto con todas las letras, esto de tener a Emily llamándome mamá cada cinco minutos, me encanta. Y no sé si sea lo mejor para todos. No dejo de pensar en Lucile, es que a final de cuentas en ella es su verdadera y única madre, yo solo soy alguien más que le ha tomado cariño a Isaac y a su hermosa hija, pero nada más, a diferencia de Lucile, es su esposa, casados por la iglesia y por el civil, y la madre de Emily que le tuvo en su vientre nueve meses. Además, ¿qué dirá Isaac cuando se entere de esta locura? Como mínimo querrá matarme, si hace nada me armó un escandalo por una tontería, imagínate por esto, es una locura.

Pero yo, Frida Canning, no pude negarme a esa hermosa niña rubia de ocho años y a su dedito esperando por mí. Esta locura la hace feliz y a mí también. Así que basta Frida, no me importa que piensen los demás, incluido Isaac, si esto nos hace feliz ahora, no importa lo demás.

—Oye mamá, quiero hablar de algo contigo.

Emily apaga el televisor y me mira seriamente. Bien, la cosa va seria.

—Tú dirás cariño.

—Ahora que eres mi mamá debemos pasar más tiempo juntas ¿no crees? —Asiento mordiéndome los labios, quiero reír —Bueno, cuando venga mi papá hablaremos con él para pedirle que los días miércoles que mi tía Gina anda medio loca sean tuyos, al igual que los días viernes que mi abuela esta ocupada en el club, además de los fines de semana de chicas, ¿te parece?

Me rio ahora si, es que esta niña lo ha maquinado todo y yo no me he dado cuenta, ¿en que momento ocurrió todo esto?

—Estoy hablando en serio Frida —Se cruza de brazos y frunce el ceño. Idéntica a cierto personaje.

—Lo sé bebé. Me parece bien, los días que quieras estarás conmigo, siempre y cuando tu padre este al tanto ¿vale?

—Vale —Sonríe y la abrazo —¿A qué horas llega mi papá?

Miro mi reloj y según él y sus cálculos debería estar aquí en quince minutos. Cuando le voy a responder suena el timbre, sonreímos porque solo lo esperamos a él.

—Creo que lo reventaste princesa.

Las dos nos vamos a recibirlo y en cuanto abro su hija se tira en sus brazos, él la toma, la besuquea y yo me encanto con la imagen, mi ogro cuando quiere, es un amor de melocotón.

—Hola pequeña —me dice y me da un beso en la mejilla.

Emocionadas por su llegada lo hacemos pasar y nos tiramos con él en el sofá. Para mi sorpresa soy Frida otra vez para Emily, si sé que es un secreto, pero ella se ha adaptado perfectamente a eso, y es sorprendente. Hablamos con él, nos reímos, hasta que Emily procede de nuevo como lo hizo conmigo, apaga el televisor y dice:

—Tenemos que hablar papá —La sonrisa se le borra y se acomoda en el sofá.

—¿Sucede algo aquí? —Me mira asustado y sonrío.

—Frida y yo hemos conversado seriamente y creemos que necesitamos más días juntas.

Isaac se rasca la oreja sin entender y no aguanto, trato pero no puedo contener la risa que se me escapa.

—No entiendo nada —dice al verme reír.

Emily me quiere matar, pero no pude contener mi risa, de donde saca tanta seriedad para hablar esta niña, parece una pequeña adulta.

—Siento reírme princesa —Tomo la mano de Isaac y le digo con total seriedad —Lo que ella quiere decir es que, como la hemos pasado tan bien juntas, sería bueno que los miércoles y los viernes la buscara yo al colegio hasta que tú puedas pasar por ella, y así tu madre y Gina pueden hacer sus cosas con tranquilidad.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora