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A las nueve en punto como dije me estaciono frente a la hermosa chocolatera Matters. Al quitarme el casco nada más puedo ver la verja de madera y ya estoy encantada, sin duda éste era un sitio digno de admirar, cuando tuviese más confianza con Isaac le pediría que me la enseñase toda, todita, toda.

Antes de que baje de la motocicleta sale él con su ceño fruncido, pobre se va arrugar antes de tiempo. Se acerca hasta mí y de momento no se como saludarlo ¿Un beso en los labios? ¿en la mejilla? ¿Nada?

—Buenos días señorita Canning —dice tendiéndome su mano. ¿De verdad?

—Buenos días señor Matters ¿Nos vamos?

-Por supuesto. Mi auto... —No, no, no bebé.

—Vamos en mi moto señor Matters, montese que se queda —le digo divertida.

—¡¿QUÉEEE?! -quiero reír por su expresión facial, pero me contengo, soy cien por ciento profesional —Mira Frida... —lo interrumpo.

—Esto es parte de mi trabajo señor Matters, por favor subase a la moto que llegaremos tarde —resopla varias veces hasta que por fin se monta detrás de mí.

Me coloco el casco de nuevo sin cruzar palabras con él, cuando siento sus manos posarse delicadamente en mi cintura embrago, meto cambio y empezamos a andar. Mi acompañante sigue mudo por lo que empiezo a aumentar la velocidad de la moto, cogemos unas cuantas curvas y cruces. A la derecha. A la izquierda. Y, en diez minutos hemos llegado.

El lugar numero uno es un salón de fiesta enorme y para fiestas de riquillos, lo que me gusta de él es el gran espacio que tiene y el jardín, ideal para albergar toda la gente que está invitada, lo malo, es exageradamente costoso y un poco lejos.

Apago mi nave y nos bajamos de la moto -El salón de Titina —lee el señor amargado.

—Ajá ¿has venido aquí alguna vez? —asiente —¿Te gusta el lugar?

—No mucho. Pero me gustaría ver lo que puedes hacer tú aquí —Sonrío y toco el timbre de la entrada.

Nos atiende la mismísima Titina en persona, es una señora refinada y bastante simpática, nos ofrece un rico jugo de fresas mientras no va enseñando su salón. Sinceramente el lugar es increíble hasta hace valer su precio. Tiene unos preciosos ventanales que hacen ventilar el espacio, tiene una cocina grande y hasta un pequeño deposito para guardar las cosas, cuatro baños y el jardín es de lujo, flores preciosas, bancos de mimbre, mecedoras de tela y hasta un parque para niños. Sea cual sea el motivo de la fiesta, el lugar es perfecto.

—¿Y qué tal mis niños? —pregunta Titina -¿Es para su boda?

—¡Noo! —respondemos al instante —Uo soy organizadora de eventos y él es mi cliente -le explico.

—Dios mio lo siento, soy tan imprudente. Los dejo para que discutan y me dicen luego ¿vale?

—Gracias —decimos a la vez y esta nos deja solos.

—Me gusta —le digo —. Está perfecto para lo que he diseñado hasta ahora, podemos abrir la verja de par en par, decorar la entrada y poner una enorme mesa con tus productos en el salón, colocar sillas por todo el alrededor, he contratado a un animador y un dj...

—No me gusta —me corta serio.

—¿Qué no te gusta?

—El lugar, tus ideas son fantásticas pero me gustaría que fuese más al aire libre. Organizar juegos para niños, bingo para los viejos, musica para los jóvenes y todo eso en un lugar cerrado no creo que se dé.

Vale, vale, tiene razón.

—Bien, me parece estupendo ¿Nos vamos al segundo lugar? —asiente serio. No me gusta su ceño fruncido, si no quiere hacer esto conmigo puede decírmelo sin problemas.

Salimos del local después de hablar con la agradable Titina, ella nos mantendrá el lugar apartado por tres días, por si decidimos cambiar de opinión, cosa que agradezco porque sinceramente me ha gustado. Antes de subirnos a la moto le pregunto.

—¿Qué te sucede?

—Nada, ¿nos vamos? —pregunta evitando mirarme a los ojos.

Lo mismo pasa con el segundo sitio. Sin terminarlo de mirar me dice que no le gusta, aunque éste está completamente al aire libre, es más grande, es perfecto para todo lo que dijo y se amolda a los planes que desarrollé para él. Le explico pero se niega. Me frustra.

Sin decir nada más me pongo el casco y me monto en la moto, espero que haga lo mismo para poder arrancar, éste tercer lugar es mi favorito, lo dejé de último porque es como una combinación de los dos anteriores, sólo espero que le guste o me voy a tener que arrancar los pelos buscando un lugar para hacer la dichosa fiesta.

Llegamos y al quitarme el casco sin siquiera apagar la moto volteo a mirarlo. Sonríe, está sonriendo tan bonito que me gusta.

—¿Vamos? —le pregunto apagando el motor.

Este terreno es maravilloso, es una casa preciosa que pertenece a una pareja de ancianos en el centro del pueblo, es prácticamente una mansión que posee un bonito establo que es lo que alquilaremos de gustarle a mi querido cliente. Lo hermoso de esto es que las paredes son de piedra y el techo de madera, es amplio y tiene un precioso jardín alrededor. El problema, siempre hay un problema, la dueña me puso unos cuantos peros para alquilar el lugar. Pero no hay nada que el dinero y una bonita sonrisa no pueda arreglar.

Llamamos en la puerta y la señora sale a recibirnos. Al instante me doy cuenta que la sonrisa de Isaac se debe a que conoce a la señora María, dueña del lugar. Recorremos el lugar y mi amargado cliente me sorprende cuando coloca una mano en mi cintura mientras andamos, me dejo llevar por él escuchando las historias que guardan esta casa. Cada paso que damos me voy encantando más, es probable que tenga que cambiar ciertas cosas pero lo vale, es bonito y espacioso. Solo falta que Isaac le dé el visto bueno para seguir con mi trabajo.

—Me encanta, dime que te gusta por favor —le digo emocionada.

Acomoda un mechón de mi cabello tras mi oreja y la comisura de su labio se curva —¿Te gusta?

—¡Me encanta Isaac! —sonrío.

—Tienes una sonrisa preciosa Frida —sonrío mucho mássss —Si éste te gusta, éste será —se pega más a mí.

—¿Te gusta a ti? —le pregunto.

—A mí me gustas tú Frida —¡Madre mía! ¡Madre mía! ¡Qué bello!

—¿Y el lugar? —asiente y antes de que diga algo más deja un beso en mis labios.

Su ceño fruncido desaparece y no lo entiendo. ¿Es loco o qué? Me gusta más así obviamente cuando sonríe y me da besitos, pero ajá por qué tenía el ceño fruncido antes, y por qué estaba tan cortante.

—Bueno es hora de negociar, la señora María no estaba muy dispuesta a alquilar el establo. Estaremos dispuestos a aflojar suficiente dinero ¿No?

—Tranquila bonita, yo me encargo de ella —toma mi cintura y me incita a caminar. Me rehúso.

—¿Cómo me llamaste? —pregunto sonriendo.

—Bonita. Bonita. Bonita —¡Qué precioso! Le doy un beso chiquito y ahora si camino.

Como dijo, él se encargó de negociar con ella, eso sí tenía que traerle unos buenos chocolates de la fábrica, pero no tuvimos ni que sonreír ni sacar más dinero. Ahora estaba tranquila podía tachar una cosa en mi lista de tareas, estaba contenta por ello y veía que Isaac estaba igual.

Ahora solo quedaba una cosa más que hacer el día de hoy,  la dichosa conversación que nos debíamos.

Capitulo dedicado a mi amiga miiileenaa123

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora