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¡Dioooooooos! ¡Mi cuerpo arde!

En un santiamén mi salvaje amigo del sexo me ha sacado de su oficina y me ha montado en su sexy audi negro, maneja endiablado como el día que le conocí y en menos de lo que canta un gallo hemos llegado a casa. Sin decir nada se baja del auto y como todo un caballero me ayuda hacer lo mismo. Tomados de la mano cruzamos el inexistente jardín y entramos en mi casa, no me hace esperar.

¡Boom! Me zumba contra la puerta y besa mi boca. Sus labios toman los míos con salvajidad sin perder su toque romántico y sin dejar de ser completamente excitante, es salvaje, es rudo y me excita su forma de besarme, entre los dos nos vamos desnudando, le voy sacando botón a botón con las manos temblorosas, mientras él saca la camisa por mi cabeza.

Riega ricos besos por mi clavícula a la vez que me va quitando los pantalones, lo ayudo a sacarlo por mis pies junto a los zapatos para que no deje de besarme, lo necesito tanto como respirar, ningún hombre me había besado de esa manera, tan salvaje, tan posesiva, tan divina.

—Eres jodidamente preciosa pequeña Frida —Toma mis senos entre sus fuertes manos, los aprieta con tal gusto que gimo.

—No lo rompas es mi favorito —le pido antes de que vuelva nada mi bralette verde de encaje.

—Esta bien —dice y vuelve a besarme en los labios.

Mientras nos devoramos la boca me toma en sus brazos y sin necesidad de que le indique nos lleva hasta mi desastrosa habitación, me tira en la cama, se sube sobre mí sin llegar a recargar su peso sobre mi diminuto cuerpo.

—Bésame —musito sensualmente a la vez que lo tomo por el cuello de la camisa y estampo mis labios contra los suyos, devoro su boca mordiendo sus labios y paseando mi lengua en su cálida cavidad.

Sus labios siguen por mí mandíbula dando pequeños picos en mi piel, con su lengua sube hasta mi oreja donde toma el lóbulo entre sus dientes y lo muerde. ¡Deliciiiooso! Sigue su recorrido hasta sacar mi bralette se lleva un pecho a su boca para juguetear con mi pezón, repite la misma acción con el otro dejándome sumamente excitada. Con besos recorre mi abdomen y antes de que siquiera lo note rompe mis bragas blancas de un solo tirón.

—Esta flor me vuelve loco —Saca su lengua y traza los pétalos de flor de forma lenta y sensual.

—¡Diooos Isaac! ¡Yaaa! —le grito ansiosa porque me devore.

—¿Ya qué? —Lame la cara interna de mi muslo y luego me chupa salvajemente el labio de mi sexo —¿Qué deseas Frida? —hace un reguero de besos por mi entrepierna sin tocarme donde quiero.

—¡Cómeme ya! —exijo.

¡Oh Dios! ¡Oh Dios!

Ardo de puro calor, pega su boca a mi coño y su lengua entra desenvuelta lamiendo a su paso todo mi sexo, abro mis piernas dándole todo el acceso que él necesite para que me devore con gusto. Mi león salvaje come mi carne como quiere y lo hace tan perfecto que mi cuerpo entero vibra.

¡Cielos! ¡Oh Cielos!

Aprieto las sabanas en puños mientras le da deliciosos golpecitos con su lengua a mi hinchado botón. Mi salvaje león amigo del sexo me tiene hecha una gelatina en la cama mientras sus dedos juegan con mis senos, su lengua lame y sus labios chupan ávidamente cada rincón de mi sexo. Gimo. Grito su nombre. Lo vitoreo. Y me corro, alcanzó el clímax entre gritos mientras él bebe cada uno de mis fluidos.

—Tú...ven aquí —lo llamo y cuando estamos frente a frente no dudo en besarlo.

Pruebo mi salado néctar en su deliciosa lengua y gimo ante la sensación, de sólo pensar en lo que me ha hecho con ella hace unos minutos me vuelvo a calentar, soy puro fuego cuando se trata de Isaac.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora