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No hemos dormido nada, he pasado toda la noche conversando con Frida, sobre lo que fuimos, somos y seremos, una familia, ahora vemos todo claro, y lo primordial es mi divorcio con Lucy y que Frida vuelva a la casa, no queremos perder más tiempo separados, nos necesitamos, Emily nos necesita juntos, y no hay nada que nos detenga para cumplir nuestro deseo. Por ahora, iremos a casa de mi madre, Emily está con ella y Gina, y nosotros morimos por decirle que estaremos juntos los tres, otra vez.

Aunque Frida me pone la tarea súper difícil, no se quiere vestir, le gusta provocarme con su cuerpo desnudo posado sobre la cama, su piel llena de vida y color me tienta a quedarme todo el día chupándosela, saboreándola, y sobre todo, haciéndola mía. Pero no me dejo convencer, aunque me muero, yo solo me siento en la cama, le doy un dulce beso a sus labios que la hace sonreír.

—Vamos a la ducha, Emily está esperándome para desayunar —Sonríe mucho más y eso me llena el corazón de orgullo —Y si llegamos juntos sé que le alegrara muchísimo.

Sin dejar de sonreír, se incorpora en la cama, y antes de que diga algo ya está montada en mi regazo, con sus brazos rodeando mi cuello, me besa con cariño, una y otra vez.

—Me muero por ver a mi princesa. Vamos, llévame a la ducha.

No lo dudo, besándola la llevo a la ducha, aunque estoy un poco apresurado me tomo el tiempo necesario para lavar su cuerpo, besarlo a mi antojo, y tener un increíble sexo mañero contra la pared del baño, al final si he caído en las provocaciones de mi mujer, pero es que ella es la tentación hecha carne.

Sonrientes dejamos atrás nuestro nido, esta cabaña se ha vuelto muy especial para nosotros, aquí nos tuvimos por última vez, y ahora nos reconciliamos en este mismo lugar. La llevo a mi audi tomándole la mano, y en poco tiempo estamos en casa de mi madre. Ella nos recibe con un abrazo a cada uno, con una pregunta inscrita en su rostro, a la que me aseguro de responder besando los labios de Frida.

—¡Papáaaa! —grita Emily emocionada, bajando las escaleras. Al ver a Frida sus ojos se abren de impresión —¡Mamá! ¡Mamáaaa! ¡Estás aquí! —Se tira en los brazos de Frida y ella la recibe con una enorme sonrisa.

Mi madre sonríe encantada viendo como las dos se abrazan, días atrás le había contado a ella y a Gina lo del pacto, ambas se sorprendieron, pero les encantaba el lazo tan bonito que tenían las dos, y al igual que yo, estuvieron de acuerdo con ello.

—¿Ya se han arreglado? ¿Vas a volver con nosotros, mamá? —pregunta Emily agitada.

—Sí, mi chiquita, ¿te agrada la idea? —le contesta mi pequeña.

—¡Uffs! ¡Me encanta! —le contesta Emily haciéndonos reír.

Pasan pocos segundos cuando baja mi hermana en pijamas, se contenta también al verme junto a Frida, por supuesto Gina abraza a mi pequeña y cuchichea con ella sonriente, aunque la sonrisa de mi hermana no es completamente auténtica, eso me preocupa, tengo días observándola diferente, triste y retraída, no me gusta para nada, y lo peor es que mamá la percibe igual, pero por más que le preguntemos ella insiste en estar bien.

Desayunamos todos juntos en la mesa, la alegría nos rebasa, se siente la diferencia, lo pesada que sentía la vida días atrás, ahora sonrío totalmente sereno, es increíble el poder que tiene Frida en mí, me hace sentir tranquilo, feliz, me hace sentir dichoso de tenerla a mi lado.

Al culminar mi pequeña se va a la habitación para seguir jugando, y nosotros nos quedamos en el salón conversando, cosas banales, hasta que mi hermana hace un gesto para pedirnos atención y con total seriedad dice:

—Quiero comunicarles algo —Frida la mira sorprendida, con la mirada se hablan cosas que yo no puedo comprender, y al ver a mi madre la percibo igual que yo, confundida —Sé que este último mes me han notado súper rara, que no soy yo, y que algo me pasa —murmura atrayendo mi total atención.

¿Qué diablos, Frida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora