Capítulo 4

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—¡Oh! Soy Midoriya, Midoriya Izuku. —Katsuki sólo gruñó.
—¿Deku?—dijo divertido. Había visto esa expresión en el libro del lobo y significaba inútil, ya que solía aparecer al lado de los dibujos de las armas.
—No, Izuku. —le corrigió.
—Deku.
—Izuku.
—De-ku.
—I-zu-ku.
Hubo una ligera pausa.
—Deku.
El lobo desistió y respiró hondo.
—Bueno y tú quién eres. —le soltó sin más. Katsuki se quedó callado un segundo y después respondió:
—Soy tu Lord. —eso dejó a un Midoriya algo impresionado. Se quedó mirándolo seriamente para asegurarse de que no era una broma. Aquello iba en serio.
—De acuerdo...—después de las presentaciones formales el lobo decidió echarse de cabeza a la piscina de nuevo. —¡Tengo un montón de preguntas que hacerte! Ya lo sabes...¿Puedo empezar...? —Katsuki levantó una de sus manos para acallarle. No estaba acostumbrado a tratar con un lobo y menos tan curioso.
El lobo se había ofrecido a curarle las heridas al león, pero no había preguntado hasta el momento por ellas, claro que tampoco es que le hubiese dejado hacerlo.
—¿Sabes porqué no estoy con mi manada?—Midoriya se detuvo un momento, estaba frotando su pintura y retirándola de las heridas abiertas. Simplemente las estaba limpiando con unos pañuelos que tenía en su mochila, pero aún así había hecho sacar a su compañero algunos gruñidos. Tragó saliva por lo que pudiese contestar mal, pero por lo que había oído en la anterior aldea, la información que le habían dado, no debía de ser falsa.
—Perdiste, un... ¿combate...?—preguntó algo asustado. Había descubierto por los gritos del león que no era muy paciente, así que más le valía tratarlo con cuidado.
Apretó sus puños, pero no hizo nada más. Midoriya continuó curando sus heridas.
—Mira, ¿Quieres saber algo de los leones? —Midoriya levantó la vista entusiasmado. —En mi manada el más fuerte se queda con todo, y el débil se queda sin nada. Uno para todos y todos para uno. —el lobo le miraba sorprendido y rápidamente cogió su libro y empezó a escribir en un apartado sobre lo que le acababa de decir. Katsuki, sintiéndose mejor consigo mismo al ver lo que le causaba al lobo saber más sobre él continuó hablando.
—En nuestras manadas hay un león dominante.
—¿Y una leona?— le interrumpió. Eso hizo rechinar los dientes de Katsuki.
—No.
—¿No? Vaya, que extraño, entonces, habiendo solo un líder, y siendo macho, debe de haber muchas peleas. Aparte de desacuerdos cuando no están bien ejecutados los planes del Alfa...
—¿Alfa? —preguntó a su vez Katsuki.
—Sí, es como el lobo "dominante" de mis manadas. —Katsuki asintió y después al ver que su compañero estaba expectante de más información continuó.
—Bueno, al ser el único dominante, normalmente llegan otros leones más jóvenes y esto crea combates. Si el dominante cae ante el león más joven, se queda en la manada hasta su muerte, lo que pasa es que no puede concebir hijos con las mujeres. Ya que eso sólo lo puede hacer el dominante. —ante esto el lobo se sorprendió. Katsuki no sabía porqué había adoptado aquella expresión al decir aquello. —¿Qué te pasa, estúpido?
—Nada, bueno, en mi manada la pareja de Alfas son los únicos que pueden concebir hijos. No sabía que los leones erais tan liberales. —esto hizo que Katsuki se enfadara.
—¿Qué quieres decir con eso? —dijo en un tono poco amigable.
—No te enfades, es que me sorprende que en algunos aspectos nos parezcamos tanto y en otros...seamos tan distintos. —eso dejó a Katsuki descolocado. ¿A qué venía esa comparación? ¿Acaso importaba lo diferentes que eran unos de otros? ¿Estaba en serio queriendo juntar a todas las manadas? ¿Estaba loco?
—¡Pues claro! —esa respuesta sorprendió a Midoriya que le apretó sin querer una herida demasiado y éste gruñó. —Siempre hemos sido diferentes, así son las cosas. ¡Y ten cuidado con eso Deku!—le gritó.
—Sí, sí, perdona. —se quedó un rato más limpiando y cubriendo las heridas. Algunas las tuvo que coser y entonces, solo le quedaba la herida de la cara. Cuando cogió el paño preparado para limpiarla, Katsuki se lo quitó bruscamente y empezó a limpiarse él solo la herida.
—Esa herida...es muy precisa y...—Midoriya había levantado una de sus manos enguantadas para rozar y estudiar aquellos arañazos tan profundos, finos y precisos, pero en un segundo le sujetó la muñeca Katsuki y se quedó paralizado.
—No. Pienso. Hablarte. De. Esto. —le espetó amenazador. —Y no te tomes tantas familiaridades, nos acabamos de conocer, inútil.
Midoriya se quedó sin habla. Tenía razón en todo aquello.
—Ahora déjame hacerte yo a ti las preguntas. —le dijo mientras apretaba más su agarre a la muñeca del lobo. —¿Porqué eres tan curioso? ¿Porqué no estás con tu manada? ¿Acaso te echaron? ¿Y porqué llevas guantes? —y con esa última le arrancó el guante. Descubrió al momento que su compañero, al igual que él, tenía su tatuaje de fuerza en sus manos pero a diferencia de él sus manos estaban cubiertas de cicatrices horriblemente grandes y profundas. Katsuki se quedó paralizado al ver aquellas marcas de guerra.
Midoriya sin decir palabra le quitó de sus manos el guante y se lo volvió a colocar lo más rápido que pudo.
—No estamos aquí para hablar de mí. —contestó después de haber recogido sus paños y haberlos metido en su mochila rápido y corriendo. Estuvo rebuscando entre sus cosas hasta que encontró lo que quería. Sacó una especie de pequeñas tiras las cuales colocó en los arañazos de Katsuki y después cerró su mochila y se levantó enfadado.
Katsuki sabía que había ido demasiado lejos, se había pasado de la raya.
Es verdad que había sido muy cruel con él, se había ofrecido a ayudarle, a curarle y además le había enseñado su trabajo como si fuese uno de sus amigos más cercanos. Le había dejado entrar en su intimidad y la había cagado.
Se sintió muy mal, sobretodo después de que le hubiese ensuciado los paños de sangre y que además hubiese usado sus ungüentos y cremas para que sus heridas curasen mas rápido. Era un desagradecido, y un idiota.
Se levantó y caminó detrás de Deku.
King le acompañaba de cerca, sabía que tenía que arreglarlo de alguna manera, o a lo mejor, pensándolo bien, era mejor así. Si se trataban como enemigos sería más fácil pelear y entrenar con él. Además Katsuki no pensaba que jamás un león y un lobo consiguieran llevarse bien, trabajar y pelear unidos. Aunque a pesar de todo, tenían que cazar juntos, o, a lo mejor podía dejar que él cazase por él. De todas formas, le necesitaba para su investigación, así que daba igual como le tratase, ya que, si corría algún riesgo, el que iba a salir perdiendo iba a ser él.
O eso pensaba Katsuki. Ya que él ya lo había perdido todo, aunque sin darse cuenta había hecho un nuevo amigo y compañero de viaje.
Si es que cuando tocamos fondo, nos abrimos a cualquier posibilidad que antes nos parecía imposible.

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora