La capa roja del dominante está manchada de la sangre de sus enemigos.
La mítica capa roja con plumas blancas por los hombros hacía a cualquier dominante verse amenazador y grande; superior.
Por eso, cuando estuvo tan cerca de la capa cuando entró en la roca del dominante se sintió amenazado por ésta. No tardó en mirar fijamente a su contrincante que estaba en las últimas y casi sentir piedad por él.
Respiró hondo para pensar en esos breves segundos la razón la cuál haría que el dominante dejase ese plan de locos. Intentaría negociar con él, por supuesto, pero acabaría matándolo. Ese era su plan inicial, acabar con el dominante de una vez por todas y liberar a su gente. Desde el principio sabía que jamás se podría tratar con una persona como él, que era capaz de odiar hasta un simple bebé recién nacido. Se quedó observando los dolorosos movimientos del dominante mientras maquinaba una negociación lo suficientemente creíble como para que el dominante bajase la guardia y pudiese atacarle sin problemas, aunque estaba en clara desventaja ya que había averiguado a lo que había venido.
—Así que dices que quieres negociar...—soltó el león mientras se sentaba con dificultad en su cama, que no era más que una roca, muchísimo más grande que la suya.
—Sí, ese era el plan inicial. No pienso hacerme el bueno contigo, así que vayamos al grano. —le dijo de mala gana. No estaba de humor como para ser educado y sosegado, las cosas no estaban bien y tenía que acabar con él de inmediato.
—De acuerdo, el niño tiene prisa...
—¿Porqué te enfrentas a los lobos? —le cortó. El dominante aparentó descolocarse y no saber de qué estaba hablando, pero al momento esa expresión desapareció.
—Nadie reta a los leones, nadie.
—¡Acabaréis con ellos si no detenéis esto! —le gritó. —Además, en estas circunstancias no estoy tan seguro de que vayáis a ganar.
—¡No hables así! ¡TÚ ERES UNO DE NOSOTROS! —le gritó a pleno pulmón. Katsuki le miró y una mueca se formó en su cara.
—Creo recordar que alguien me expulsó de ésta manada. —hizo una pausa para fijarse en los sentimientos que reflejaban sus ojos. —En cierto sentido, ya no pertenezco a éste lugar. El dominante se quedó de piedra al escuchar aquello, más que nada por que era verdad.
—Vale, tú ganas. —le dijo en un suspiro. —Necesitamos más territorio, la gente se muere de sed y hasta la comida está empezando a escasear, necesitamos ganar ese lugar de selva, allí podremos abastecernos y dispondremos de dos aldeas.
—¡Pero acabarás con la vida de toda una tribu de lobos!
—¡Es necesario! Tengo que hacer sacrificios para mantener a mi gente con vida.
Katsuki le miró y se acercó a él, no se sentó a su lado, sino que le miró desde arriba, haciéndole inferior a él.
—Hay otros métodos de no morir solos y en la miseria. —se agachó hasta su altura y le miró fijamente, para que recordarse bien sus ojos en el futuro. Si es que había futuro para él. —Si no fuésemos tan arrogantes y estúpidos podríamos tener aldeas aliadas que no ayudarían en el caso de que algo escasease, como ahora. Pero nos dejamos llevar por el egocentrismo y acabamos sólos, muertos y sin nadie que llore nuestra muerte. —miró la capa que tenía el dominante colocada sobre sus hombros. —Esa capa ya es demasiado pesada para ti.
El dominante asintió con la cabeza y se la quitó, aceptando que él no podría arreglar lo que estaba sucediendo, que ya era hora de que alguien cogiese su relevo. Katsuki había sido el único con el verdadero valor de enfrentarse con él a un duelo por la capa del dominante, y había perdido, pero había regresado para ayudarles, y estaba dispuesto a resolver los problemas que él había causado.
Le colocó la capa sobre sus hombros desnudos y se quedó parado, mirándolo. Incluso sus labios intentaron hacer una especie de sonrisa, pero se quedaron a medio camino y solo formó una mueca.
—Debes de estar feliz, te he sacado de el mayor marrón de toda la historia. —el dominante asintió. Katsuki no se lo podía ni creer, ¿Era ese el dominante que hacía casi dos años le había pegado una paliza?
Cuando Katsuki se dispuso a levantarse con la capa roja sobre sus hombros miró por última vez al dominante, y una duda atacó su curiosidad.
—Una última cosa. —le dijo mientras el dominante volvía a fijar sus ojos en él. —¿Porqué cuando venciste a mi verdadero padre no me mataste?—el dominante se rió dolorosamente, con una risa seca y acabada en una tos.
—Unos días antes de el duelo entre tu padre y yo me encontré a una niña, muy pequeña, y aparentemente Sinan. —hizo una pausa para aclararse su rasposa garganta. —Me dijo que sabía lo que tramaba, sabía que iba a asesinar a una persona noble y sólo por mi ambición y orgullo. Así que me advirtió, me dijo que como siguiese con el plan que me traía entre manos y matase a todos sus hijos caería sobre mí una maldición horrible que me haría no poder tener hijos. —Katsuki abrió los ojos desmesuradamente. Por eso las mujeres fértiles de la aldea tenían un hombre para cada una. Por eso había dejado a tantos hombres quedarse y que criaran hijos.
—No maté a todos sus hijos, tú estás aquí, pero al parecer la maldición iba a caer de todas formas simplemente por asesinar a un buen hombre antes de tiempo. Se suponía que tu padre tenía que reinar hasta que su cuerpo se hiciese polvo, pero no le dejé y rompí ese leyenda y profecía, y por eso cayó sobre mí la maldición. —hizo otra pausa para mirar los ojos de Katsuki, siempre amenazadores. —A pesar de eso, la niña me advirtió de que en el caso de que continuase con mis planes y matase a el dominante que no matase a uno de sus hijos. —suspiró. —Que no matase al niño de ojos de sangre.
Katsuki se quedó paralizado, estaba claro que le había dicho que no le mataste, pero ¿Quién era esa niña? ¿Eri, tal vez? ¿Acaso ella le había salvado la vida para llevar a cabo la profecía que se estaba haciendo realidad ahora? No estaba seguro de nada, así que observó y escuchó al dominante.
—Mientras iba matando a los niños los miraba a los ojos, uno por uno y ninguno parecía tener ojos de sangre, y tampoco lo suficientemente amenazadores, hasta que te encontré a ti y te dejé vivir. —Katsuki tragó saliva. ¿Fue matando a los niños uno por uno? Normal que no quisiese nadie enfrentarse a él, estaba loco. —Hice caso a la niña en ese aspecto, pero no me gustó lo que me dijo: Cuando el cielo se caiga, ese niño será el que te libere y el que te mate. —Katsuki miró la capa, entendiendo las palabras de la niña. —No sabes la felicidad y el miedo que pasé al expulsarte de la aldea. Si morías allí fuera, ¿Quién iba a salvarme? Pero estaba feliz porque ya no habría nadie que intentaría matarme. —hizo una pausa y se miró las manos. —Pero has venido a matarme, se te ve en tus ojos de sangre.
Se agachó de nuevo a su lado, con tranquilidad. Supo que el dominante no le había dado tiempo ni de verlo cuando clavó un cuchillo en su corazón. Dejó que la sangre del anterior dominante manchase sus manos, su cuerpo. Mientras se limpiaba en la capa entendió porqué era roja. Todos los anteriores dominantes se habían limpiado la sangre del anterior en ella. Recogió su cuchillo y lo guardó de nuevo en su bota de piel, tenía otros cuantos en sus pantalones por si su plan salía mal y tenía que recurrir a más cuchillos, pero no había sido el caso, se había dejado matar limpiamente.
Cuando salió de la tienda, cubierto de sangre todos le aclamaron y gritaron victoriosos.
Entonces Katsuki se dio cuenta que no era mejor que los anteriores dominantes, no era más que otro asesino que limpiaba la sangre de su víctima en aquella capa.
Levantó los puños en señal de fuerza y victoria.
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El Cuento Del León Y El Lobo
FanfictionUn mundo en el que las personas viven acompañadas de animales, como parte de sus almas. Un mundo en el que, a pesar de la diversidad de razas, religiones, leyendas, dioses...hay grandes desigualdades y guerras. Un mundo muy parecido al nuestro, pero...