Capítulo 12

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—¡Gatito!
—¡NO ME LLAMES GATITO NIÑA!
Aquella niña, la cuál le había besado el día anterior había empezado a llamarle así, como si fuese su mascota, aunque había algo en ella que le gustaba, mandaba por encima de los niños mayores que ella, era como una mini líder. Era adorable.
Aunque le ponía de los nervios aquella niña, ésta le agarró la mano y le llevó a hacer sus tareas del día.
No se separó de él en todo el día. Fue extraño ya que no se asustaba cuando la gritaba o cuando se salía de quicio. Estaba siempre sonriendo y se reía de sus gritos malhumorados y mal sonantes.
Pronto fueron a comer y la niña se sentó a su lado.
Al parecer el estúpido rumor que había difundido el idiota de Deku se había hecho famoso. Todas las miradas fueron dirigidas hacia ellos en la gran mesa de la comida, aunque se hubiesen sentado en extremos opuestos y alejados. Las personas giraban la cabeza de un extremo a otro sin siquiera disimular.
La niña le tocó el brazo herido para llamar su atención. Katsuki la miró para salir de la vergüenza que había creado Deku y se concentró en la pequeña.
—Te miran mucho porque piensan que eres el novio de Izuku. —A Katsuki le hirvió la sangre al escuchar aquello y se atragantó. Se puso rojo de la ira y estuvo a punto de saltar a la mesa y estrangular al lobo que estaba comiendo unos metros más allá.
—Eso es mentira. Yo no soy nada de Deku. —dijo en un susurro para no asustar a la niña. Ella sonrió y le miró un rato más.
—Bueno, los ojos de Izuku no dicen eso.
—¿Qué? ¿Puedes leer los sentimientos con solo mirarles? —ella era la pequeña que supuestamente era la jefa de aquel lugar, ¿Porqué? Pues porque podía saber con anticipación los sentimientos más puros de las personas, era una especie de don de algunas aldeas y bastante inútil ante los ataques en grupo, pero para los solitarios como Deku y él eran muy muy útiles. Alguna vez había oído hablar de aquel don, que mágicamente su aldea no poseía, sin ninguna razón aparente, y que aquellos que lo poseían eran personas mayores y con gran sabiduría. Claro que, todo aquello eran rumores, y ahora delante de él estaba la gran Lectora de Almas, o así era como se les llamaba, a los que podían leer tu mirada.
La niña asintió con timidez, y sonrió con vergüenza. Parecía que la hubiese pillado haciendo algo que no debía. Katsuki sonrió con la cantidad de cosas que estaba aprendiendo. Era genial, y asombroso. Empezaba a entender porque al friki le gustaba esa vida nómada.
Sonrió y abrazó a la niña, probablemente ella le entendió perfectamente y le abrazó de vuelta. Aquello era cariño, esa niña irradiaba amor.
—Lo que sientes ahora es admiración, con un toque de...¿Amor? —Katsuki no supo si el abrazo lo había dado por amor, o por todo el tiempo que estaba pasando con la niña, de todas formas decidió cambiar de tema, ya había pasado suficiente vergüenza por ese día.
—Niña, ¿Tú sabes algo sobre la marca de Posesión de los lobos? —preguntó sabiendo que aquella niña no entendería nada, pero teniendo en cuenta que era la jefa de aquel lugar, debía conocer de algo a Deku.
—¿Lo dices por Izuku? —Katsuki apartó la mirada, la niña asintió. —Él es un Omega, él es el que deberá recibir una marca cuando encuentre a un Alfa que le ame y le proteja. —Katsuki se giró para encarar bien a la niña mientras comía. Era impresionante escuchar todas esas cosas desde una niña con una voz tan aguda y tierna.
—¿Cómo sabes todo eso? —le preguntó intrigado.
Ella rió.
—Por que tengo más de doscientos años. —y le regaló una tierna sonrisa que fue reciba con un asombro increíble por parte del león. La miró perplejo, aunque en el fondo lo sabía, que se lo estuviese diciendo en toda la cara le dejaba sin respiración.
—Vale, supongo que sabes muchas cosas más. —le dijo recuperando la compostura y mirándola atento.
—Sí, claro, supongo que querrás saber más cosas de la aldea, de nuestra fuerza, de Izuku...
—¡Yo no quiero saber nada de él! ¡Estoy aquí por un trato! No me habría acercado a vuestra aldea de no ser por él. — la niña asintió. Aquello la había pillado por sorpresa, pero suspiró y asintió comprensiva.
—De acuerdo. No importa, en realidad, porqué o por quién estés aquí, lo importante es que estás. Y lo más importante es lo que hagas a partir de aquí. Empezarás a descubrir muchas cosas nuevas.
—Ya lo estoy haciendo. —contestó calmado. Aquella niña le traía un sentimiento de tranquilidad.
—Créeme, aprenderás muchas cosas más, el problema será quién te las enseñe. —y con eso miró a Deku soñadora.
Katsuki se concentró en su comida, otra que estaba con el estúpido rumor de lo que eran él y Deku. Menuda estupidez. ¿Un lobo y un león? ¿El mundo se puede ir más a la mierda?
Suspiró y entonces empezó a ponerse nervioso, había abrazado con cariño a una niña la cuál era la jefa de aquel lugar. Menuda vergüenza.
Cuando por fin acabó su sesión de vergüenza buscó a la niña de nuevo para que le indicase que tenía que hacer en la tarde, pero no la encontró. Al parecer por la tarde se entrenaba o se descansaba. Se hacía lo que uno quisiese, mientras fuese útil. Todo el mundo debía mantenerse en movimiento.
Se sentó de nuevo a la mesa y empezó a pensar, aburrido de todo.
Se preguntó por su madre, su padrastro, sus amigos. No sabía nada de ellos en hacía dos días, y aunque fuese extraño decirlo en alto, él no los echaba de menos tanto como la primera noche. El anterior día, cuando Deku le había enseñado aquel lago desde el cuál se veían las estrellas, se había acostado reconfortado y cansado a la vez. Echaba de menos todo. Pero a la vez no. Era una sensación extraña. Acarició con cariño a King que había apoyado su cabeza en sus muslos, buscando atención. Suspiró mientras le acariciaba e intentó recordar su vida. Aquello era duro, debía admitirlo, las demás aldeas eran muy muy difíciles de entender y además de eso, acostumbrarse a su día a día. Era complicado pero lo estaba llevando bien, al menos, no le habían echado todavía de allí.
Ahora que lo recordaba, el lobo no le había especificado si había dejado su hogar por la búsqueda de información o porque en verdad le habían expulsado. La verdad era que, no estaba seguro de querer saber la respuesta a aquello.
De repente sintió a alguien tocándole el hombro y se giró en un movimiento lento que dejó sorprendido al que requería de su atención.
—Deku. —dijo Katsuki algo amenazante, pero a la vez tranquilo.
—Eh...—se quedó algo paralizado por la escena tan enternecedora de el león con su animal acompañante. Después se espabiló y continuó. —¿Te apetece entrenar ahora? Puedo enseñarte a pelear como un lobo. —hizo una pausa. —Si quieres.
Katsuki ni se lo pensó.
—¡Claro que quiero, inútil! ¡Por eso estoy aquí!

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora