Capítulo 45

1.8K 282 14
                                    

Corrieron hasta encontrar el lugar de dónde provenía el grito. Por el camino, Izuku pensó las mil maneras en las que podía morir uno de sus seres queridos, y las mil maneras en las que podían matarle a él. Respiró hondo mientras corría al lado de Kacchan. Le miró de reojo, como si fuese a ser la última vez que le veía activo, en movimiento y completamente concentrado. Cuando, en unos pocos segundos, llegaron al lugar donde habían dejado a sus dos grupos solos vieron lo que había sucedido. Allí en sus narices se encontraban un enorme grupo de lobos, preparados para una batalla directa. Katsuki dejó de respirar unos segundos cuando vio a lo que parecía un hombre apresado por uno de los lobos de Endeavor. Izuku le miró de reojo, intentado averiguar quién era ese hombre, y entonces sus ojos se abrieron de par en par. Él no tenía familia, o al menos, no le importaba en absoluto lo que le ocurriese a sus padres, tanto adoptivos como biológicos, pero Kacchan era un caso a parte. Él tenía familia, o eso había intuido por lo que le había contado. Estaba seguro que no hablaba mucho de ella porque realmente la quería, porque realmente le importaban y no quería que nadie supiese su debilidad. Pero, aparentemente había espías leones que habían informado a los lobos sobre la familia de Kacchan.
El hombre de cabello marrón claro estaba asustado y tan debilitado que parecía al borde del colapso. El lobo le había colocado un cuchillo muy afilado en la garganta, y estaba apretando ligeramente para asustar más al pobre hombre que casi no se podía sostener en pie.
-¿Quién es vuestro líder? -preguntó el lobo a pleno pulmón. Izuku abrió los ojos como platos. Los lobos al no saber la posición exacta de los leones no habían podido conseguir la información más importante de todas: quién era el líder de aquél grupo. Pero pensar en esa teoría descartaba que supieran que Kacchan ahora era el líder. A lo mejor habían cogido de rehén a su padre sin querer. Había sido, probablemente, simple mala suerte.
Kacchan se adelantó, despacio, con cuidado de que no hiciese movimientos raros, que no hiciese ningún movimiento inesperado y le cortase la garganta al pobre hombre inocente, que ya se había desmayado.
Levantó las manos para hacerse el débil, el neutral, pero Izuku sabía que en sus pantalones llevaba cuchillos, en su capa escondidos llevaba armas, cuerdas, tela...todo lo posible para asesinar a un lobo rápido y sin ruido. Cuando estuvo en frente del lobo, aparentemente líder notó un escalofrío por todo su cuerpo. Esperaba que acabase bien, pero algo en su pecho le decía que la sangre iba a correr por el césped en breve. Intentó quitarse esos pensamientos tan horripilantes de la cabeza, pero las imágenes regresaban a su mente como olas a una orilla. Decidió aceptar que el infierno iba a empezar y dejó que las imágenes le abrumasen. -¿Eres tú el líder? -la voz del chico tronó entre el silencio sepulcral del lugar.
-Sí. -contestó Kacchan con la espalda recta y los hombros tensos. Le importaba ese hombre, lo sabía, si no habría aparentado más tranquilidad, tal vez le habría amenazado o le habría gritado, pero, era una excepción.
-¿Tú eres el líder? ¿El león inútil que fue desterrado?
Hubo risas por parte de los lobos, al parecer todos conocían a Kacchan. Eso no ayudó en absoluto.
-Sí. -hubo un silencio tan profundo y tenso que hasta pudo oír los latidos de Kacchan desde donde se encontraba. Tan rápidos y nerviosos como los suyos. Vio como ligeramente tragaba saliva, ahora es cuando venía el momento decisivo. El momento de la negociación, de hablar, de intentar frenar pos puñetazos y la guerra que estaban a punto de llegar.
—¡Venga! ¡No soy idiota! —le gritó en el mismo tono de burla que antes. El hombre de cabello castaña hacía ya un rato que estaba desmayado y el chico le tenía de una forma rara agarrado. Pero de todas formas, lo único que importaba era que seguía teniendo el cuchillo colocado en su cuello. Mientras no quitase esa arma letal de ahí, nada se podía hacer. —¿Dónde está el verdadero líder de los leones?—los lobos rompieron a reír pero Kacchan no parecía ni la mitad de enfadado de lo que solía aparentar. Eso hizo pensar a Izuku. Kacchan estaba razonando con la cabeza fría, y eso podría cambiar las cosas, incluso tuvo la esperanza de que pudiese acabar bien de alguna forma.
—¿Dónde está Endeavor? —preguntó de forma abrupta y seria. Debido a su tono de voz todos los lobos se callaron de golpe, y no se supo como lo hizo, que se le escuchó por todos lados a pesar de las risillas y algunos comentarios poco agradables de los lobos.
—¿Acaso importa? —preguntó gracioso el chico con el cuchillo. —Estamos nosotros. Con eso deberías de hacerte pis encima. —los lobos volvieron a romper en risas. Katsuki se cruzó de brazos, ya sabía lo que tenían planeado. Y sabía como tratar a ese grupo de jóvenes.
—Puede ser. Pero bueno, yo soy un león, creo que podría con todos vosotros sin despeinarme.
—¡Jah! ¿Vas de listo, o qué? ¡NOS HEMOS BAÑADO EN LA FUENTE SAGRADA DE LAS TORTUGAS! ¡Somos más fuertes que tú, idiota! —Katsuki asintió, sin convencerse. —¡Somos más fuertes que nadie!
Katsuki se rió, y aplaudió.
—¿De verdad queréis luchar esta guerra? No sirve para nada. Morirá mucha gente, gente a la que amáis. Gente que os quiere...
—¡Cállate!—le interrumpió con un grito. —A nosotros no nos quiere nadie. Ya sabemos que vamos a morir. —le susurró el chico.
Katsuki respiró hondo, ya no sabía que hacer. Estaba claro que Endeavor había enviado a su grupo más joven pero menos experimentado para que luchasen a lo loco y matasen a la mayor cantidad de personas posibles. En verdad, ese grupo era suicida. Era un grupo el cuál iban a arriesgar sus vidas por una causa que probablemente ni entendían, ni les importaba.
Miró al hombre que había vuelto en sí pero que estaba más pálido de lo habitual y que parecía que iba a desvanecerse en cualquier momento. Pensaba que aquello no había sido una casualidad, que de algún modo el lobo dominante había encontrado la forma de saber quiénes eran sus padres, y le había dicho a aquél chico que apresase a ese hombre, que era su padrastro, y era una de la personas que más quería. Al menos no era Deku, si hubiese sido él, le habría matado en un momento con uno de sus cuchillos. Pero era su padre el que estaba en una situación delicada y con el cuál había que tener cuidado. Debía ser precavido.
—No creo que queráis morir por una causa como ésta. No tenemos que luchar. Es inútil.
—¡Calla! ¡CÁLLATE! —le gritó mirando a la nada y empezando a temblar. —¡Esto no es una causa inútil! ¡Vamos a ser héroes! ¡Nos van a recordar por lo que hicimos! ¡Seremos alguien en este mundo! —y con una sonrisa de lo más siniestra cortó el cuello del que era el padrastro de Katsuki.
La sangre del hombre tiñó el césped y las ramas que estaban a sus pies, y fue entonces cuando los ojos de Katsuki asustaban más que lo que acababa de hacer el chico.
El niño de ojos de sangre empezó a llorar, el chico que en sus recuerdos más remotos estaba rodeado de sangre, de niños y bebés muertos, de desolación, de soledad. El niño que había nacido para destrozar aquél mundo.
El niño de ojos escarlata tenía sed de sangre. 

El Cuento Del León Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora